Ayer celebramos la comida anual algunos de los quintos y quintas que, para bien o para mal -a mi juicio fue para bien-, acabamos con la costumbre de celebrar las “quintadas” solo los hombres. Los quintos y quintas del 76, desde el primer día fuimos juntos a cenar, dejando con el culo al aire a todos los quintos de la ciudad. La primera cena fue en el entonces Hotel San Fernando, y acudimos 80. Aquello fue tan inusual, que mi querido y recordado Luis Royo, corresponsal de La Rioja, lo sacó como noticia principal. A partir de entonces, todas las “quintadas” se celebraron con quintos y quintas, previa petición de perdón por parte de los quintos. Dicho lo cual, quiero dejar constancia de que, además de pasárnoslo de primera, para mí fue un día muy especial.