sábado, 20 de noviembre de 2021

Lo feo lo dejan y lo bonito lo quitan.

Con lo horribles que están casi todos los rincones de nuestra ciudad, para una cosa bonita que tenemos la quitan. Y no sólo una vez, sino dos. Lo peor de todo es que la helada de ayer lo dejó sin hojas, y ya no podrán hacerse fotografías quienes nos visitan. Se trata del Ginkgo biloba que tenemos en la margen izquierda del río Najerilla, junto al colegio de “las monjas” -en la otra margen tenemos otro menos frondoso-. Es un árbol muy resistente al que no se le conoce ninguna enfermedad. Soporta muy bien la contaminación, el fuego, las bajas temperaturas, la falta de luz e incluso la radioactividad. El 6 de Agosto de 1945 explotó en Hiroshima la primera de las dos bombas atómicas lanzadas en Japón en la Segunda Guerra Mundial. Un Ginkgo que se encontraba en los jardines de un templo budista, a 1 km. del lugar de la explosión quedó destrozado. Pero la primavera siguiente, el viejo Ginkgo brotó de nuevo. Fue el botánico alemán Engelbert Kaempfer quién, trabajando  para la Orientales compañía de las Indias, descubrió en 1691 ejemplares de Ginkgo vivos. Los describió en su obra Amoenitatum exoticarium, publicada en 1712. Más tarde llevó semillas de Ginkgo a Holanda, y en el jardín botánico de Utrecht se plantó uno de los primeros Ginkgos de Europa, que todavía está allí. Como podéis ver, es un árbol -o fósil viviente- único en el mundo, y hace 250 millones de años que existe. Por favor, ¡déjennos disfrutar de sus hojas!