A estas alturas de la vida no podemos ni debemos tolerar que existan desalmados que arrojen toda clase de porquerías, escombros, uralitas y trastos viejos en los caminos. Y mucho menos aún, si lo que arrojan supone un peligro. Todos podemos contribuir a acabar de una vez por todas con estas abyectas prácticas. Unos, denunciando, y otros, aplicando la ley y sancionando. Desgraciadamente hay incívicos que solo aprenden a comportarse como personas civilizadas si les obligan a rascarse el bolsillo.