lunes, 23 de febrero de 2015

ESCENAS POLÍTICAS IMAGINARIAS (O QUIZÁ NO TANTO) (5)


Quizá recuerden cuál era la situación general unos meses antes de celebrarse las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2011. En el norte de Africa y en Oriente Próximo rugían los desheredados del Islam contra los sátrapas corruptos y sanguinarios, mientras Muammar el Gadafi, vestido como aquella doña Croqueta que encarnaba el simpático caradura Simón Cabido haciendo pareja con Juanito Navarro, escupía imprecaciones desde Libia y auguraba furiosas venganzas contra Sarkozy y quienes se empeñaban en desalojarlo de su jaima. Europa se cuarteaba, Irlanda y Portugal se desmoronaban y nuestro presidente Zapatero lo contemplaba todo con su eterna sonrisa meliflua y alelada. Se agitaba el mundo en una apoteosis de tsunamis, nubes radiactivas, miseria y paro, y en España nos disponíamos a celebrar unas  nuevas elecciones. 
La candidata a la alcaldía de Logroño era una chica avispada y pico de oro a quien Pedro Sanz se había empeñado en colocar en la poltrona municipal para desalojar a esos peculiares Pepe Gotera y Otilio que encarnaban hasta entonces  los integrantes del denominado bipartito: el socialista Tomás Santos y el regionalista Ángel Varea.  Su tarjeta de presentación  era tan  breve como eficaz:                                                                   
            - Mi nombre es Concepción  pero puedes llamarme Cuca. I’m with you.
            El sobrenombre de Cuca, como Menchi, Pilolo o Chonita, traía un lejano perfume a niña bien educada en colegio de monjas, algo repipi y sabihondilla, que se tapa con la mano el aparato corrector dental cada vez que se ríe. Evocaba imágenes de faldas plisadas, olor a chicle Bazoka y a lapicero Fáber, y carpetas escolares ocultando los ruborosos senos de las muchachas en flor. Pero Cuca ya lucía para entonces una espléndida dentición y se había vuelto áspera, dura y muy disciplinada. Algunos le acusaban, a ella y al PP, de haberse gastado más de cinco millones de euros en promocionar y vender su imagen de candidata a la alcaldía de Logroño, pero la chica fingía ignorar a sus detractores, se subía los mocos y adoptaba una pose de señorita Rotenmeyer altiva y resabiada, mientras repetía como un mantra las frases que sus asesores le habían soplado al oído:
            - Yo me debo a los logroñeses. Estoy centrada en los problemas de los logroñeses y dedico mi tiempo a lo que es realmente importante, que son los muchísimos logroñeses con muchísimos problemas con los que tengo responsabilidades y obligaciones. Además, mi liderazgo no es personalista sino transformador, centrado en los problemas de la gente porque para eso estamos los políticos. Y  bla, bla, bla, patatín,  patatán.
            La candidata popular era capaz de largar frases como éstas con absoluto aplomo y sin ponerse colorada. Entonces tuvo la brillante ocurrencia de fichar al pelotari Titín, un ídolo deportivo de masas, para que le ayudase a ganar las elecciones municipales y hacerse con la alcaldía logroñesa. Una jugada demagógica que daba por sentado que los ciudadanos votamos más con el corazón que con la cabeza, cosa en la que seguramente no le faltaba razón. Con la inclusión del pelotari Titín en su lista, la ambiciosilla candidata esperaba dar el pelotazo: pelotazo electoral, se sobreentiende, y nunca mejor dicho. Mientras tanto, el todavía alcalde, Tomás Santos, capeaba el temporal como podía. Se le estaba poniendo una cara tristona y algo contrariada, pero frente a la adversidad y a las encuestas agoreras que no anunciaban nada bueno para él y los suyos, exhibía un elegante estoicismo senequista y se parapetaba dignamente tras su eslogan de precampaña: «Logroño, la mejor ciudad para vivir».
            Ya han pasado cuatro años desde entonces. Cuca Gamarra alcanzó la alcaldía de Logroño y ahora aspira a repetir como candidata y a ganar de nuevo las elecciones municipales. Lo que ocurre es que ya no despierta aquellos entusiasmos entre las burguesas adineradas, una de las cuales a la hora del café en el Ibiza comentaba entre tintineos de sus pulseras de oro:
- Yo es que a Cuca la veo ideal: monísima, listísima y divina de la muerte. ¡Y cómo larga por esa boquita!
            La señora Gamarra ha demostrado que es una vendedora de burras averiadas y una experta en vaciedades, que lo ha prometido todo y no ha cumplido casi nada. Una dirigente ineficaz, lianta y tan arrogante como su mentor, el tito Pedro. La burguesona que tanto la ponderaba antes les dice ahora a sus amigas:
            - Menuda manirrota la alcaldesa de las narices, que ha estado viajando por medio mundo a costa de nuestros impuestos. Y mientras tanto yo sin poder llevar a mi perrita Cloti a la peluquería canina. Pues mira, Cuca, bonita, ¿sabes lo que estoy pensando?  ¡Que te den!
   
           Sempronio Graco                                                                           Continuará