viernes, 9 de junio de 2017

Discurso del Día de La Rioja.


Pueblo de Nájera.
Hace un año celebrábamos aquí el tiempo transcurrido desde la proclamación del Estatuto que define a la Rioja como Comunidad Autónoma y lo que ello ha significado en el desarrollo de nuestro autogobierno. Hacíamos mención a los diversos acontecimientos históricos para ilustrar los factores determinantes que fueron sucediéndose hasta alcanzar nuestra vigente identidad geopolítica, subrayando el vigoroso protagonismo de Nájera en el proceso que impulsó la andadura de ese ilusionante camino que nos ha llevado a las cotas de progreso y bienestar que hoy disfrutamos. Quiero, en esta ocasión, resaltar un hecho de capital importancia en lo que se refiere a la celebración del Día de la Rioja. El próximo año, se cumplirán cuarenta desde que nuestra ciudad fuera sede de esta fiesta. La primera, la más sustancial y genuina, la que acogió en nuestros lares al más amplio abanico de la representación pública: partidos políticos, sindicatos tradicionales y agrarios, asociaciones cívicas, peñas, parlamentarios…Todo el espectro de una sociedad que sobrepuso sus diferencias, sus intereses y sus egoísmos cuando comprobó que aquello iba en serio. Y todos a una comenzamos a forjar una ilusión desde el empeño y el compromiso por un objetivo común. Fue una bonita lección, una humilde pero hermosa epopeya de riojanismo inmersa en la alegría colectiva de un día especial. Y fue un pilar que con la perspectiva del tiempo no tiene parangón. San Millán de la Cogolla acoge desde 1984 los actos institucionales que evocan la creación del Estatuto en el edificio donde fue rubricado su texto y se otorgan las medallas que distinguen a personas y entidades merecedoras de tal honra. Y en Santa Coloma se incorpora, desde 1992, la lectura de un Pregón que de víspera conmemora la Convención de 1812, cuando una Junta formada por los representantes de 59 municipios elevan a las Cortes de Cádiz la petición formal para que la Rioja se gobierne por sí. Pero Nájera fue el solar embrionario donde se gestó nuestra autonomía y es, por trayectoria, antecedentes y derecho, el lugar más emblemático, sugerente y preciso para acoger el Día de la Rioja en toda su plenitud esencial. Las reticencias políticas o los ambages no harán sino fortalecer el valor de su enclave como rito de sus festejos. Nada que oponer a los actos que ennoblecen este Día en Santa Coloma y San Millán de la Cogolla. Ambos pueblos tienen la suficiente carga emocional y simbólica como para que se tribute en ellos el homenaje solemne por su decisiva contribución a nuestra estructura regional. Pero una celebración popular, unitaria y fraterna no tiene mejor parada que nuestra ciudad. Aquella jornada ya está inscrita en los acontecimientos que filtra la historia como un referente. Estamos hablando del 8 de octubre de 1978, recién reinstaurado el modelo democrático en España, en plena transición, con un panorama social incierto y un mosaico autonómico en construcción. El lema de aquella convocatoria fue “La Rioja empieza a caminar”. Y su llamada tuvo un cariz más reivindicativo que festero aunque fuera esto, a la postre, lo que alivió el Día de su tensión política y de su ingenua zafiedad a la hora de escenificar la entrega de las 40.000 firmas recogidas en pro de nuestra identidad a los parlamentarios riojanos que nos representaban en el Congreso de los Diputados.  Lo que a punto estuvo de provocar un principio y un fin sin dar un paso, devino en un instintivo sentido común general y la tarde transcurrió entre canciones y música en una espontánea manifestación de solidaridad y alegría. Lo que vino años después, fue una confusa sucesión de lugares donde el Día de la Rioja se celebró con apatía y abstención popular hasta que el Gobierno regional apostó por nuestra ciudad, entre 1992 y 1995, para acoger los actos con una completa programación que relanzó la importancia y el significado de la jornada en el marco original de su encuentro primero. Y eso es lo que desde este atril reivindicamos: la proclamación institucional de Nájera como sede originaria del Día de la Rioja. No pedimos sino hacernos responsables de nuestro protagonismo histórico y ser dignos anfitriones de todos los que tengan a bien acompañarnos en el mejor ferial para disfrutar de su celebración. Aquí, los colores de la bandera riojana se plasman en la arcilla rojiza de sus peñas pintorescas, en las límpidas aguas del Najerilla, en la frondosidad de sus campos y riberas y en este sol reluciente que encaña los trigos y hermana a las personas. Así, ofrecemos los pasillos de estas alamedas, nuestras calles y plazas, la pérgola de nuestra hospitalidad para que el pueblo riojano recuerde y celebre en esta ciudad aquellos primeros pasos que han configurado nuestra actual situación y sigamos, con esfuerzo y afán, labrando los caminos de un mejor porvenir. ¡Viva Nájera! ¡Viva la Rioja!

Día de La Rioja.