domingo, 14 de febrero de 2021

¡Si “Vale” levantara la cabeza!

Decía el año pasado, después del confinamiento, cuando nos permitieron pasear por la tarde-noche, que me alegraba muchísimo de que los jóvenes najerinos hubiesen descubierto los caminos de “La Manzanera”, de las “Huertas”, de “Pasomalo”, de los “Peregrinos”… las alamedas, las choperas y, sobre todo, el río; algo para ellos, hasta entonces desconocido. Y hoy, a pesar de sospechar que algo de esto ha tenido que ver con lo que a continuación escribiré, me reafirmo en ello. Sé, porque lo he visto, que entre estos hallazgos hicieron también el del famosísimo y queridísimo por todos nosotros, “Bohío”. Y ahora, sin pasarse ni siquiera un año, me entero de que eso que construyó con tanto amor el recordado y añorado “Vale”, “Carracuca”, hace unos 70 años, a la altura de “Peñacaída”, entre feraces huertas, frondosas choperas y el fiero río Najerilla, está a punto de desaparecer, porque el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico les concedió a sus hijos un período de gracia para dejar la chopera como estaba hace 70 años, que expira el 30 de Junio de 2021, si no quieren ser multados con hasta 10.000 euros por Infracción por ocupación de Dominio Público Hidráulico. Me bastaría con preguntarle a mi tocayo y Amigo Eusebio si es cierto lo que sospecho, pero eso no viene al caso. -De momento-. Lo que quiero destacar hoy es que todos los de mi generación hemos hecho uso del “Bohío” desde pequeñitos, cuando íbamos de campo, pescábamos, paseábamos, nos bañábamos, cortejábamos o simplemente lo visitábamos. Y “Vale”, al igual que el protagonista de la hermosísima película “Dersu Uzala”, siempre nos dejaba allí unas sartenes, aceite, vinagre, sal y todo lo necesario para que almorzáramos, comiéramos o merendáramos, además de una especie de litera donde poder descabezar un reconfortante sueño. En verano, muchos domingos y festivos nos juntábamos allí varias familias pasando el día, disfrutando del río y del “Bohío”. Porque el “Bohío” era de todos los najerinos, por más que fuera “Vale” quien pasó en él casi toda su vida. Sus hijos, sobre todo Chuchi y Eusebio, también han pasado allí gran parte de sus vidas, tratándonos a todos los najerinos como su querido padre lo hizo. Hoy, desgraciadamente, una parte de nuestra Historia, con mayúscula, está a punto de desaparecer de nuestras vidas, llevándose con ella un pedacito de nuestros aventureros corazoncitos. Quede aquí, pues, inmortalizado nuestro bienamado “Bohío”.