sábado, 4 de abril de 2020

Un cumpleaños diferente.

El martes 5 de Abril de 1955 -Semana Santa-, mi Celineta del alma me trajo a este mundo. Y siempre me recordó lo mal que lo pasó por mi culpa, porque según las creencias de entonces, si un bebé se moría sin estar bautizado, iba directamente al infierno. De ahí la importancia de los padrinos -hoy ya no tienen sentido-: Eran ellos quienes, estando la madre aún en la cama recuperándose, te llevaban a la pila del bautismo. Y este año, cuando cumplo, en Semana Santa también, los 65, tenía planeado celebrarlo con mi familia y mis amigos, tirando la casa por la ventana. Pero hete aquí que, como esta vida es una puñetera, a través del terrible coronavirus, me ha recordado, una vez más, que no se puede planear nada, y me tengo que conformar con tomarme un vermú con mis hijos, a través de una videollamada.