martes, 21 de agosto de 2012

¡Ni se os ocurra!

Aquí puede apreciarse bien el verdadero problema.

   Cuando leí que la Brigada de Obras del Ayuntamiento de Nájera se encontraba trabajando en el paseo embaldosado, me quedé muy preocupado. Más que preocupado, debería decir enfadado. ¡Muy enfadado! Y es que no se puede pasear por el rellano de la vida con tanta ignorancia. Hacerlo, cuando se trata de la supervivencia de árboles venerables, es muy peligroso. Me explico. Cuando se talaron los árboles centenarios del Paseo, los argumentos esgrimidos por estos depredadores, fueron varios: “Que estaban inclinados”, unos, “y en mal estado, o podridos”, otros. Yo sabía que ninguno de los dos argumentos era cierto. De hecho, además de exigir que se pidiera un Informe Pericial a Medio Ambiente (cosa que no hicieron, porque sabían que si lo hacían no los iban a poder tirar), pregunté allí mismo a madereros de toda la vida, y me dijeron que además de estar sanísimos, las raíces de los mismos llegarían casi hasta Santa María La Real. O sea, que para nada existía peligro. Por eso, cuando dentro de la noticia leí lo siguiente: “En esa zona se han detectado dos tipos de problemas. Por un lado, la presencia de numerosas baldosas que se mueven y que pueden provocar caídas de los paseantes o manchas inoportunas cuando llueve, al saltar el agua que se acumula bajo ellas, y por otro lado la acción natural de los grandes árboles que hay a lo largo del paseo. Como ya se apreciara en la piscina, donde las raíces perforaron algunas canalizaciones de agua que obligaron a quitar algún ejemplar, en el paseo están logrando levantar algunas zonas del pavimento, especialmente en los laterales, por donde ya asoman algunas gruesas raíces”, pensé sobresaltado: ¡Ya se los quieren cargar!
   Pues bien, el Proyecto del embaldosado del paseo alto, o espigón (durante muchos años fue de zahorra), se aprobó por unanimidad en el Pleno Ordinario del 30 de Abril de 1.990, por un importe de 9.597.094 pesetas. Y era, obviamente, un “paseo peatonal”. Por eso, como ya he dejado escrito aquí en algún comentario, se hizo cual si fuera un puzzle; o sea, después de hormigonado el suelo, se echó una gran capa de arena para colocar sobre ella las baldosas, con el fin de que si alguna raíz levantaba alguna de ellas, poder quitarla sin hacer obra, cortar la raíz, y volver a ponerla. ¡Así de simple! Tan seguro estaba de que la noticia no era cierta, y de que lo que se busca con ella es tirar los pocos árboles centenarios que nos quedan, que esta misma mañana (a las 8’15) he ido allí a hacer las fotografías que ilustran este artículo, y, efectivamente, los árboles centenarios, como todos vosotros podéis comprobar, no tienen ninguna culpa del deterioro de las baldosas, sino algo que en la susodicha noticia se silencia. Si os fijáis bien, el embaldosado está hundido justo donde no hay ningún árbol centenario, en el centro del paseo, y se alarga todo lo que ocupa el aparcamiento. Es decir, donde cargan y descargan todos los jueves las furgonetas del Mercadillo. Ése es el verdadero problema, y no otro. Ahora bien, si lo que el nuevo responsable de la Brigada de Obras busca, es hacer lo que su antecesor, tirarlos porque se le ponen los huevos, yo le adelantó desde aquí, que esta vez no lo denunciaré en Medio Natural de La Rioja, sino que iré yo mismo en persona a denunciarlo a Bruselas, aunque ello me cueste el empleo. ¡Avisado queda!