sábado, 8 de abril de 2017

A MI AMIGA CARMEN HERVÍAS.



GOLONDRINA

Golondrina que no emigras
y siempre en tu nido estás,
cuidas con celo al amado
y a la cría que allí está.

Las puertitas de tu nido
siempre están de par en par,
esperando que regresen
las que el vuelo alzaron ya.

Cuando ya las ves que vienen
de lo contenta que estás,
subes, bajas, bajas, subes
no paras de aletear.

Ya, allá, todas calentitas
alrededor de ti están,
Y les dirás tantas cosas….
Tantas cosas, les dirás….

Con dulces trinos de madre
también les advertirás,
que tengan mucho cuidado
que hay cerca un ave rapaz,
que aunque crean que es paloma,
tú sabes que es gavilán.

Cuando a las claras del día
el vuelo vuelven a alzar,
la tristeza te la alivia
la que no sabe volar.

Por la noche entre tus pajas,
Velarás y rezarás,
¡que nada malo les pase!
¡que vuelvan pronto al hogar!

Justificada es la envidia
que te tiene el ruiseñor,
porque además de ser madre,
tú cantas mucho mejor.

Contigo, las estaciones
todas parecen igual,
pues cantas en todas partes,
en todo tiempo y lugar.

Tú, si estás alegre cantas
y alegras a los demás,
y si triste, también lo haces
y nadie lo notará.

No se me olvidará nunca,
que un día te oí cantar,
con una espina clavada
que te dejó aquel chaval,
decía: MISERICORDIA
la letra de aquel cantar,
petición hecha plegaria
parecía tu trinar.

Golondrina que no emigras
Y siempre en tu nido estás,
haces cortitos los vuelos
cuando te vas a ensayar
bajo el nido de las cigüeñas
que es tu segundo hogar,
allí junto a tus hermanas
pronto empezáis a entonar.

Unas entonáis primero,
otras entonan detrás,
y después ya todas juntas,
todas juntas y a la par.

Golondrina que no emigras
y siempre en tu nido estás,
los dones que Dios te ha dado,
¡qué bien, los sabes usar!

Tu admiradora
Mary Carmen Palacios
Nájera, 8 de abril de 1992

Carmen Hervías, hasta hace poco tiempo cantaba en la Coral Najerense, pero por motivos ajenos a su voluntad, tuvo que dejar de hacerlo. Desde jovencita, como otras personas que aún lo hacen en dicha coral, formaba parte de los coros que a lo largo de los años ha habido en Nájera, hasta que se formó la Coral Najerense.
Gracias Carmen, y a los que en algún momento formaron parte de ella y a los que aún la formáis por hacernos pasar tan buenos ratos escuchándoos.
¡Ojalá podáis seguir haciéndolo por mucho tiempo!

Nájera, 8 de abril de 2017

A mi querida Águeda, que está en el cielo.


Si supieras, Águeda, hermosa mía, cuánto te echo de menos, te quedarías sorprendida. No hay un solo día que no me acuerde de ti. Sobre todo cuando estoy repartiendo en Wichita, el barrio al que tu familia y tú os subisteis a vivir, y donde la Parca vino por ti. Me acuerdo de cuando era chiquitito y vivíamos en la calle San Fernando, frente a la fábrica de Harinas Ochoa, y me colaba en tu casa cada tarde en busca del trozo de pan con vino y azúcar, y, después de zampármelo, bajaba de nuevo a la calle a jugar, hasta la hora de cenar. Era entonces cuando, con mucho sigilo, me volvía a colar en tu casa, y, escondido bajo la cama, esperaba a que les sirvieras a tu marido, Demetrio, y a tus hijos, Daniel, Vitín y Toñi los huevos fritos con patatas, mi cena favorita, para zamparme mi ración, cual si fuera uno más de la familia. Entonces tú, conocedora de mis tretas, ponías una ración más, como el que no quiere la cosa, para que yo me la comiera, mientras, hábilmente, hacías como que no te dabas cuenta. Cuando había terminado, me besabas dulcemente, y, con una sincera, bendita y luminosa sonrisa, me enviabas a mi casa con mi querida Celineta. Cuando os subisteis a Wichita, y aparecía yo por allí repartiendo cartas, te deshacías en cumplidos conmigo, y me invitabas a desayunar, mientras me metías dos mantecados o dos magdalenas disimuladamente en la bolsa. Y es ahora, después de tantos años, cuando se me ha antojado decirte todas estas cosas.