miércoles, 9 de marzo de 2022

¿Nos hemos deshumanizado?

Uno siente mucha tristeza al comprobar que en un llamamiento como el de ayer, martes 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer”, si no es por las niñas y niños del Colegio San Fernando, las alumnas del IES Rey Don García y las jubiladas y jubilados, en la Plaza de España no hubiesen estado más que las organizadoras. Me encantaría poder escribir que fue un acto multitudinario en el que centenares de mujeres exigieron igualdad de oportunidades laborales, políticas y culturales; acabar para siempre con el Patriarcado; ser visibles y reconocibles; acabar con los abusos, las vejaciones las violaciones, los asesinatos… Pero no fue así. Y es descorazonador ver que las mujeres de Nájera no son capaces de reaccionar ni siquiera ante un tema tan triste, injusto, cruel y terrible para ellas. Ayer debería haber sido un día festivo y reivindicativo, en el que una multitud de hombres y mujeres nos hubiésemos comprometido solemnemente a acabar con esta lacra social. Mas no fue así. Desgraciadamente fue un día más, en el que un grupo de najerinas y najerinos leyeron y escucharon hondos y sinceros Manifiestos. No obstante, en honor a la verdad, he de decir que el acto estuvo muy bien organizado y en algunos momentos fue muy emotivo; sobre todo cuando todos guardamos un minuto de silencio por la trágica situación que ahora mismo están viviendo los ucranianos. No sé qué dirán los otros medios, pero yo no puedo mentirme a mí mismo. Lo siento.

Sin piedad.

Los depredadores del Ayuntamiento de Nájera, no conformes con haber talado los pequeños chopos y sauces del bosque de ribera, desterrando de nuestra ciudad nutrias, patos, pollas y ratas de agua, garzas, garcetas y otros animales que lo poblaban, ahora mismo están acabando con el último reducto, segando yerbas y arbustos donde aún se refugiaban centenares de pequeñas aves cantoras. Y esto está ocurriendo mientras en Madrid, Barcelona y otras grandes capitales españolas están introduciendo lo que el Ayuntamiento se ha cargado, para que sus ríos tengan vida y dejen de ser simples canales o sentinas. ¿Cabe mayor vergüenza?