viernes, 30 de junio de 2017

Un San Pedro muy extraño. (1)




Tan extraño fue, que no sé ni por dónde meterle mano. Comenzaré rompiendo una lanza en favor de los mocetes de Logroño que, de no haber sido por ellos, hubiesen estado vacías las Vueltas del Paseo, a pesar de todo lo que se les ha denostado. Pero no sólo fue eso: Me puso la carne de gallina verlos cantando y bailando el “Manolé” cual si llevaran en Nájera un montón de años. En el peregrinar hacia la Calle Mayor, pasó tres cuartas de lo mismo: Fueron los que más cantaron y brincaron. Dicho esto, he de decir que, así como el día de San Juan había algarabía, bullicio, jolgorio, fraternidad y amor por todos los sitios, ayer estábamos todos como abducidos. Es algo inenarrable: Estábamos alegres, pero ausentes. ¿Cansancio? ¿Frío?... En la Calle Mayor, alguna cuadrilla de najerinos se lo puso difícil a los Músicos. Por cierto, también ellos parecían cansados, apagados a pesar de que siempre lo dan todo. Y algún imbécil dejó a varios jóvenes malparados por usar abyectamente los codos. Las Vueltas en la Plaza de España se dieron como con desgana: Dimos las tres Vueltas más el bis, sin movernos apenas del sitio. Y en la zona, aunque nos saludamos fraternalmente, como siempre, estábamos, además de solos, distantes, ausentes, fríos, a pesar de tener a Guirimbi RocK DJ Show sólo para nosotros. Y no obstante, y aun así, fue un día precioso, al que sólo el chaparrón que cayó a eso de las diez de la noche le puso fin. ¿Cómo se explica esto?

jueves, 29 de junio de 2017

Un San Pedro muy extraño.




Hoy hemos vivido un día muy extraño. Ha sido emocionante, como todos, pero ha habido detalles que no se pueden pasar por alto. No obstante, os lo revelaré mañana, ya que acabo de llegar a casa y tengo que levantarme a las seis menos cuarto.

Hoy, más... ¡y mejor!



Hoy, festividad de San Pedro, volveremos a repetir todo lo que hicimos el día de San Juan, pero con más alegría, si cabe, porque todos sabemos que en terminando de dar las Vueltas en la Plaza de España tendremos que volver a esperar un año entero para poder disfrutar de estas hermosas y salvajes fiestas que nos legaron nuestros ancestros. Retardaremos todo lo que podamos la llegada a la Plaza de España -siempre respetando a nuestros magníficos Músicos-, y una vez allí, dando las tres últimas Vueltas, echaremos el resto. Después, beberemos, bailaremos y nos divertiremos por la zona con gran alborozo, hasta que nos diga ¡basta! el cuerpo. Y mañana, Sampedrito, enterraremos a nuestra querida Venancia, diciéndole lo triste que se queda el pueblo. A por San Pedro... ¡Con dos huevos!