martes, 18 de septiembre de 2012

Ocurrió hace cuarenta años.

¿Quién se niega a torear con dos madrinas como estas?

                                                EL TORO DE NERÓN.
   Ya que hoy hace justamente cuarenta años de esto, os voy a contar lo que nos ocurrió un 18 de septiembre de 1972, último día de las Fiestas Patronales de San Juan Mártir y Santa María La Real, por haber accedido al ruego del entonces Presidente de la Peña Taurina de Nájera, Franco López Baquero, de torear un novillito pequeño para entretener al personal.
   Como esto era una práctica habitual en nuestra ciudad, y cantidad de cuadrillas lo habían hecho otros años sin tener que lamentar, tras apuntarnos, nos olvidamos del tema y nos pusimos a disfrutar como enanos, que es a lo que estábamos llamados a esa edad.
   Pero quiso el azar, que a veces es muy puñetero, que en el sorteo celebrado esa mañana en la Plaza de Toros (siempre toreaban dos cuadrillas diferentes), nos tocara un toro que pesaba más de trescientos kilos en canal. Aquello no era un toro. ¡Era una máquina de matar!
   No obstante, he de confesaros, que nosotros, la cuadrilla del valiente diestro Chuchi (en realidad el Maestro iba a ser Gerardo, pero no le dejaron sus padres y le cargó el muerto a Chuchi), no sólo no lo habíamos visto, sino que cuando éste, blanco como la leche, nos comunicó el pedazo de bicho que nos había tocado en suerte lidiar,  lo mandamos a hacer puñetas creyendo que el miedo le hacía exagerar.
   Cuando llegó la hora de la verdad y, tras sonar el clarín, vimos en el ruedo el novillito que teníamos que torear, cabreados por el miedo que nos había hecho pasar, todos los de la cuadrilla lo queríamos matar. Mas cuando terminamos la faena y, bien parapetados en las barreras, vimos salir el novillo que en el sorteo de la mañana nos había tocado torear, ninguno de nosotros se podía explicar cómo coño no había desaparecido Chuchi de la ciudad. ¡Hay que tener un valor increíble para presentarse allí después de haber visto semejante animal!
   Aunque siempre toreaban dos cuadrillas, tal y como anteriormente les dije, y la nuestra lo hacía en primer lugar, sin tener ni puñetera idea de ello, nuestro novillo se lo encasquetaron a la otra cuadrilla, cuyo espada era el difunto Nerón, en previsión (supongo yo) de evitar un follón cojonudo si tenían que suspender el festival, sin haber comenzado ninguna de las dos cuadrillas a torear.
   La cuadrilla de Nerón iba a representar una especie de charlotada, en la que éste se casaba con el también difunto “Chamarito”. Mas, apenas comenzada ésta, cuando metiditos en la cama “Chamarito” y Nerón, salió al ruedo aquél toro tan descomunal, que nada más verlos se fue directo a por ellos, levantándolos por los aires con cama y todo, de una embestida que acojonó a todo el personal, aunque intentaron torearlo una y otra vez, por tener vergüenza torera y mucha dignidad, aconsejados por el grito unánime de los espectadores, lo tuvieron que dejar.
   Al no poder torearlo ellos, intentó hacerlo el responsable de la lidia, un novillero que siempre estaba a nuestro cuidado, mas, tras arrancarle tres veces seguidas el capote de las manos, el público, al unísono, comenzó a gritar: ¡Déjalo, chaval! ¡Déjalo, chaval! ¡Que si te pilla nadie te va a ayudar! Y el novillero, rendido ante la evidencia, también lo tuvo que dejar.
   Al final, con un cisco monumental, todos tuvimos que desalojar la Plaza de Toros para que fuera la Guardia Civil quien, de un certero tiro en la cabeza, matara al animal.
   A partir de aquella infausta tarde, la frase de: “Eres más grande que el toro de Nerón”, se hizo célebre en nuestra ciudad.