lunes, 11 de abril de 2016

Recuerdos de infancia.

 
¡POR LOS PELOS!
La noche del día 7 del presente, a las 3’53 horas, un anónimo me deseó que no cumpla ni un año más -“Ojala no cumplas mas”-, y lo hizo con tanto temor, que lo colgó en la entrada “Como Pedro por su casa” -¡por si acaso!- en lugar de hacerlo en la de portada. Yo, en lugar de contestarle como se merecía, aun a riesgo de que no lo entendiera, le envié esta fábula de Khalil Gibran, titulada LA MALDICIÓN:
“Una vez me dijo un viejo hombre de mar: Treinta años ha, un marinero escapó con mi hija. Y maldije en mi corazón a ambos, pues amaba a mi hija más que a nada en el mundo. No mucho después el joven marino se hundió con su barco hasta el fondo del mar y con él mi hija amada, perdiéndose de mí. Y ahora vedme como el asesino de un joven y una esposa. Fue mi maldición que los destruyó. Y ahora en camino hacia mi tumba busco el perdón de Dios. Esto dijo el anciano. Mas, sus palabras sonaban petulantes, y parece que aún se enorgullecía del poder de su maldición”.
Y mira por donde, de no haber querido el caprichoso y puñetero destino que yo me encontrara la noche del día siguiente -8 de Abril de 2016- celebrando mi cumpleaños con mis hijos y sus parejas, su deseo se hubiese cumplido -un energúmeno se presentó en mi casa a las once de la noche con la sana intención de aplastarme la cabeza-, y hoy, ese anónimo andaría por ahí contando con fingida y mal disimulada pena su “hazaña”.