martes, 25 de mayo de 2021

Construir un nido es muy costoso.

Estos días estamos asistiendo a un espectáculo precioso para nosotros, pero muy extenuante para golondrinas y vencejos. Los cielos najerinos son incesantemente surcados por estas preciosas y singulares aves, transportando barro desde nuestro río hasta sus nidos. Según la Sociedad Española de Ornitología -SEO/BirdLife-, “la cantidad de barro que pueden transportar en su pico es muy limitada y un nido completo puede requerir más de 2.500 bocados de barro, o lo que es lo mismo, la pareja puede realizar más de 5.000 viajes entre el lugar en el que consiguen el barro y el lugar de construcción del nido durante las dos semanas dedicadas a concluir la obra. Esa distancia puede ser superior a 1 kilómetro, lo que con un simple cálculo nos indica el gigantesco esfuerzo dedicado a la construcción: ¡en esas 2 semanas la pareja puede haber recorrido, viaje a viaje, una distancia de 5.000 kilómetros para construir su nido!” Este año se ha dado la fatal circunstancia de que hasta hace unos días no ha quedado barro al descubierto en nuestro río después de las crecidas, lo que ha hecho necesario un doble esfuerzo. Es importantísimo recalcar que hasta que los pollos de golondrina abandonan sus nidos, sus progenitores les suministran cerca de 100.000 insectos -cuatro kilos-, y cada pareja puede tener tres nidadas al año. Como os dije la semana pasada, “todas las especies de golondrinas, aviones y vencejos están amparadas por las leyes europeas y estatales de protección de la biodiversidad. De hecho, la legislación al respecto prohíbe expresamente que se cause cualquier tipo de daño a sus nidos. Las multas pueden ser de hasta doscientos mil euros”. Así que, por nuestra salud, y por nuestros bolsillos, respetemos sus nidos.