viernes, 6 de marzo de 2015

¡Nos quieren matar!


     En esta ciudad en la que nos ha tocado en suerte vivir, raro es el día que no te encuentras con alguna trampa mortal en las calles, plazas, caminos o descampados por los que pasas para trabajar o pasear. La que cuelgo hoy se encuentra en el otrora precioso e idílico “camino de las huertas”, convertido hoy en un erial. Aunque en la fotografía no se aprecia bien, este registro con la tapa quitada encierra un doble peligro. Uno: que está a ras de tierra, a escasos cincuenta centímetros del camino, y puede caerse cualquier paseante despistado. Y dos: que tiene unas tentadoras escalerillas de hierro, irresistibles para cualquier chaval. Si a alguno de ellos le diera por jugar a bajar y subir por ellas, y resbala, podemos darlo por desaparecido: el registro tendrá dos metros y medio de profundidad, y por el enorme tubo que conduce las aguas fecales de toda la parte nueva de la ciudad a la EDAR, baja un gran caudal. Y aunque os parezca mentira, lleva así desde el pasado temporal.