lunes, 6 de febrero de 2017

Una de cal y otra de arena.


La eliminación de las barreras arquitectónicas es una de las mejores obras que se han hecho en los últimos años en nuestra ciudad. La del paso de peatones elevado del Eroski era, sin duda alguna, la más urgente de eliminar. Con su eliminación se acabaron para siempre las caídas de señoras con el carro de la compra, y las arduas maniobras que tenían que hacer las madres de niños pequeños y quienes empujaban sillas de ruedas. Sin embargo, la solución dada a la del Parque Infantil de Zabaleta, a pesar de cumplir la legislación -no alcanza los cincuenta centímetros-, a mi me parece desafortunada. Creo humildemente que donde están las jardineras, para curarse en salud, el Ayuntamiento debería haber colocado una barandilla.