sábado, 28 de octubre de 2017

Lo de Nájera no tiene remedio.


Anoche, algún energúmeno pensó que el aceite está mejor desparramado por el suelo que metido en una garrafa de plástico, y, ni corto ni perezoso, la bajó del contenedor, desenroscó el tapón, y lo dejó fluir a su libre albedrío por la acera.