martes, 4 de enero de 2011

Veintiuna, aceituna.

   Cuando vi, por sexta o séptima vez en quince días, la noticia de que El Cine Club pasará a manos del Gobierno regional a finales de enero (menos mal que no pone de qué año), me vino a la cabeza aquello de “donar” cuando éramos pequeños y nos íbamos a poner a jugar: “Una, dos, tres, cuatro”. “¡Basta!” “Cinco, seis, siete, ocho”, hasta llegar al veintiuna, aceituna, que era quien la quedaba por “pringao”.  Y es que la adquisición del Cinema Club parece el cuento de nunca acabar, y moneda de cambio en cualquier enfrentamiento electoral. Aquí nos da absolutamente igual lo que piensen los demás: prometemos todo lo que nos dé la real gana, y si se hace bien, y si no se hace igual. ¡Qué coño más da!
   Dicho esto, y si es verdad que lo adquiere el Gobierno regional para acondicionarlo como Centro de Atención a los Ciudadanos, lo menos que podemos hacer desde este blog, es pedirle que conserve los frescos de la fachada principal, y felicitarle por quitarnos de pagar alquileres millonarios, y por acabar con una de las muchas imágenes deplorables que a los visitantes les ofrece nuestra ciudad.