miércoles, 9 de febrero de 2011

Exterminio de palomas.

Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Pensó que el río Najerilla era su altar, y Nájera su morada. Pero se equivocó. Se equivocaba. Porque no supo que en esta ciudad se le tiene alergia a todo lo que huele a Naturaleza. Ignoró que aquí, lejos de encontrar la paz  del bendito palomar, encontraría cantidades ingentes de trigo envenenado; halcones adiestrados, y precebos para ser capturada y exterminada. De nada le sirvió ser el atractivo turístico de la ciudad durante los meses de estío, con su incansable volar de los tejados al cascajo y del cascajo a los tejados, para beber y refrescarse, en las límpidas y frescas aguas del río Najerilla. De nada le sirvió ser la principal atracción de los críos. Ni tan siquiera el ser durante siglos un símbolo Divino. Se equivocó la paloma. Se equivocaba. No supo que Nájera sería su último destino. Su última morada. Se equivocó. Se equivocaba. ¡Y fue exterminada!