jueves, 14 de febrero de 2013

Decididamente, no soy pastelero.



   Me rindo. No puedo más. Decididamente, no soy pastelero. He intentado adornar un montón de mierdas de las que abundan por las calles de nuestra ciudad con las velas que han puesto los Berengüelos, y no he conseguido convertirlas en tartas. Ni con ellas ni sin ellas, Nájera deja de ser una gran mierda. Unas, porque pasan desapercibidas; otras, como la que abre página hoy, porque no se pueden leer; las más, porque su inscripción es falaz... En definitiva, que tal y como dije el primer día, lo único que los visitantes, veraneantes y peregrinos que acudan o pasen por nuestra ciudad van a ver, son calles intransitables, infectos solares, edificios infames, y desidia y abandono por todas las partes. Así que ya pueden sentirse bien orgullosos nuestros ineptos gobernantes.