Hoy se nos ha ido Pedro
Palacios. El Rapsoda del Najerilla. Un hombre bueno. Partió anoche en las
blancas alas de la Parca en busca del Descanso Eterno. Mucho antes de ser
cuñado mío, fuimos Amigos, cuando yo estaba en la gasolinera de mi bienamado padre,
y él en el negocio de su familia, el otrora popular Restaurante Palacios. Pedro,
a pesar de lo que algunos puedan pensar, era una persona muy especial. Tan
especial, que nuestro pueblo se le quedaba pequeño. Fue un hombre adelantado a
su tiempo. Y amaba tanto nuestra ciudad, que le dolía enormemente ver cómo se
iba muriendo; y a pesar de alternar y departir amable y alegremente con todo el
mundo, se refugiaba en su música, sus obras de teatro, sus poemas, sus composiciones -compuso el himno del Náxara- y sus chascarrillos
muy a menudo. Amó a su familia con toda su alma, y, junto a ella, sentada a la
cabecera de la cama, aguardó paciente y valerosamente la llegada de la Parca.
Partió en Paz, y en compañía de los suyos. ¡Descanse en Paz!
