El joven pianista najerino, Elías Maestresala, sí fue profeta en su tierra. En el Sublime concierto que nos ofreció en la tarde-noche de ayer, fueron muchos los najerinos y forasteros que se tuvieron que quedar en la calle por estar cubierto el cupo de asistentes al mismo. Los que tuvimos la fortuna de estar en el Claustro de los Caballeros de Santa María La Real, pudimos comprobar la increíble compenetración que existe entre el piano y él. Sus manos acariciaban las teclas con tanta ternura, que la música que salía de él era una auténtica maravilla. Diríase que hasta las arcadas de las tracerías del Claustro se estremecían con ella. Los asistentes, totalmente entregados, le aplaudimos a rabiar en cada una de sus interpretaciones; y, al finalizar, una vez había abandonado el pequeño escenario, todos puestos en pie, le obligamos a volver a subirse a él para que nos interpretara otra pieza de regalo. En esta última, media docena de murciélagos sobrevolaban acrobáticamente el Claustro, totalmente embelesados.
