miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lo que la falacia esconde.

   El comienzo de las obras de la faraónica Piscina Municipal, ha puesto de manifiesto que el discurso de nuestros gobernantes es absolutamente falaz. Estos majagranzas, han repetido hasta la saciedad, tanto en Plenos como en ruedas de prensa (de hecho hoy mismo viene en La Rioja), que el terreno en el que van a construir la Piscina Cubierta, ha sido toda la vida un vertedero. ¡Y eso es falaz!
   Ahora mismo podría colgar yo más de doscientas fotografías antiguas que demuestran que esos terrenos albergaron siempre frondosas choperas. Pero es que a mí, particularmente, no me hace ninguna falta, porque en esas choperas (en ese mismo lugar) he estado durante toda mi infancia cogiendo culebras, y toda mi juventud tomando la fresca, cortejando con chicas y comiendo chuletas. Por consiguiente, no me pueden decir a mí unos analfabetos ecológicos, que eso fue toda la vida un vertedero, y que nunca ha habido choperas.
   Otra cosa diferente es que todos y cada uno de los Ayuntamientos hayan demostrado siempre un vergonzoso desprecio por dichos terrenos, permitiendo que echaran escombros, para nivelar las choperas con el Paseo.
   Sea como fuere, como digo al principio, las obras de excavación han puesto al descubierto lo que de verdad albergaban: Canto rodado (cascajo), y cantidades ingentes de agua. Y es que ese terreno es una parte del río, que se explotó siempre como ribera, con la plantación de choperas.

En busca del camino perdido.

   Ahora que está para acabarse el año, me parece procedente comunicaros lo que he estado presenciando durante todo el verano.
   Resulta que algunos najerinos (pienso yo que tuvo que ser así), considerando que en “Año Santo Compostelano”, se puede hacer un buen negocio con los peregrinos, cogieron y pintaron en la calzada de la Calle Camino de Tricio una raya indicativa, desviándolos hacia la Guindalera (allí hay bares, cafeterías, tiendas, supermercado), en lugar de dejarlos seguir en línea recta hacia el Albergue, o hacia Alesanco. Esto, con ser pintoresco, puede parecer hasta normal. Lo malo es que los pobres peregrinos, más desorientados que “Tarzán” en una tienda de corbatas, andaban como locos, de la Guindalera al Cuartel de la Guardia Civil; del Cuartel de la Guardia Civil, a la Guindalera, con los pies destrozados y las pesadísimas mochilas al hombro, hasta que aparecíamos por allí alguna alma caritativa o yo, repartiendo las cartas, e intentando barnizar un poco la putada, les indicábamos que en línea recta se les haría el camino menos largo.
   Esto, aunque pueda pareceros una pijada, o una trastada menor, os juro que fue para ellos un contratiempo de marca mayor. Por eso, porque quiero que quede constancia de él, me he decidido a colgároslo hoy.