lunes, 14 de septiembre de 2015

El punto.


    El punto era uno de los juegos más queridos y concurridos por nosotros, y, aunque cualquier pared era buena para practicarlo, los frontones que utilizábamos eran: la fachada lateral de la Parroquia de Santa Cruz -aquí pasamos media vida-, la pared donde guardaba Pedrito “el alpargatero” los artículos de cestería y alpargatería, en la calle Garrán, el refectorio de Santa María La Real y el “Trinquete de la Juana”. Este juego no tenía época determinada, por lo que casi todos los días del año -jamás jugamos a él domingos y festivos- los frontones citados eran un auténtico hervidero de chiquillería gritando y jurando en arameo cuando hacían mala, culpando de ello a algún compañero: “que si me has estorbado”; “que si no me has dejado verla”; “que si era tuya y no le has dado”… Todo menos reconocer que habías hecho mala por torpe, inexperto o porque quienes jugaban contigo lo hacían mejor que tú. ¡Jamás lo reconocimos ninguno! El juego consistía en jugar a la pelota e ir eliminando de uno en uno -a veces lo hacían de dos en dos-a todos los que jugaban contigo hasta no quedar ninguno, y entonces te hacías un punto. Si en el siguiente juego repetías la hazaña, te hacías otro punto, y así sucesivamente. Si por el contrario hacías mala teniendo puntos, ibas restándote comas hasta quedarte sin ninguno. O sea, punto y coma, punto, coma y… ¡a hacer puñetas, abusón! Se jugaba con pelotas de forro. Algunas veces lo hacíamos con aquellas de goma verde que venían en las cajas de zapatos “Gorila”, que comprábamos donde Pedrito “el alpargatero”, y, para que nos durasen más, las embadurnábamos con sebo de la carnicería del señor “Paco el Negro”. El rey de este juego en las tres primeras canchas era Daniel el “pelotari”, que no nos dejaba hacernos un punto ni harto de “sanitex”. En el “Trinquete de la Juana”, a pesar de jugar con nosotros chicos de mucha más edad, Daniel seguía siendo el rey, y protagonizó los desafíos más inverosímiles que existir hayan podido. Jugó partidos de pelota atado a otro compañero; a la pata coja; debajo pata; con un brazo atado a una pierna; con la derecha en el lado izquierdo; con la izquierda en el lado derecho: contra tres o cuatro de nosotros a la vez…. Y de todas las formas nos ganaba. ¡Era un gitanazo! Partido que montaba, partido que tenía ganado de antemano. En ese bendito lugar nos divertimos muchísimo jugando, además de al punto y partidos de pelota a doce, dieciséis y veintidós tantos, a hacer malabarismos subiéndonos por el escalón de las fachadas lateral y frontal, en busca de las pelotas caladas en el alambre de gallinero que tenían en lo alto. A adivinar a qué se parecían los eternos desconchados del revoque del frontis -parecía el mapamundi-. A charquear cuando llovía -se inundaba todo el frontón-. A maquinar cómo jugar partidos de pelota sin pagarle a la señora Juana “las cuerdas”. A disputarnos a la madre tirolesa, al padre bantú o al hijo esquimal… ¡Jugamos a tantas cosas! Puesto que se han citado partidos de pelota, “cuerdas” y demás, es necesario aclarar antes de terminar, que “El Trinquete de la Juana” fue durante muchos años el único frontón donde se jugaban todos los partidos de pelota, tanto los de profesionales como los de aficionados, y la señor Juana la responsable de su cuidado. De ahí lo del “Trinquete de la Juana”. Esta buena mujer, que Dios tenga en la gloria, vigilaba el frontón sentadita en una pequeña silla de anea, que colocaba al final de la pared del Gran Casino, tocada de una toquilla gris y un delantal negro con grandes bolsillos, donde cuidadosamente guardaba las pelotas que, tras pagarle “las cuerdas” -nunca supimos qué coño era eso de “las cuerdas”-, nos dejaba para jugar los partidos, sin que ninguno de nosotros, por muy hábil que fuera -¡y cuidado que lo éramos!-, la pudiera engañar nunca.

10 comentarios:

Carlos dijo...

La señora Juana "la pelotera", así le llamábamos, que recuerdos de aquellos felices tiempos. Otra cosa curiosa del trinquete y que yo no lo he visto en ningún otro frontón es que nos poníamos a veces debajo del fleje para ver esos partidos de desafío que tanto nos gustaban con los pelotazos que de vez en cuando nos arreaban los improvisados pelotaris.

Anónimo dijo...

El Oso de la Demanda: "que buenos recuerdos tengo del trinquete la Juana" los partidos de pelotas de gente del pueblo, eran interminable, apuestas de las trapas, las canicas con los amigos o compañeros del colegio, etc. en este lugar tan entrañable.

JUGARSE LAS CUERDAS: Cuando los contendientes de un partido de pelota deciden jugarse las cuerdas, el que pierde ha de pagar el alquiler del frontón; es decir, lo que cobra la empresa por el uso del frontón durante el partido.

http://www.enciclopedianavarra.com/navarra/pelota/14375/6/

Anónimo dijo...

¿Por que se empeñan en tirar el cohete de estas fiestas al medio dia? ¿No piensan en que los que trabajamos hasta medio dia o por la tarde nos es imposible acudir aunque queramos? Voto pòr que se lo piensen para otro año y lo tiren por la tarde, asi podremos acudir mas gente. Gracias.

Anónimo dijo...

Quien ha sido el o la artista que se le ha ocurrido poner un espectáculo de caballos en la plaza de toros

Lulea dijo...

A LA EMPRESA DEL ESPETACULO DONDE LO VAN ACER EN LA PLAZA LISTO.

Anónimo dijo...

Se me olvidaba decir el espectáculo de los caballos a las 22, 30 coger abrgo

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Os he rogado muchas veces que no escribáis los comentarios con letras mayúsculas, como sigáis haciéndolo no os los voy a colgar. Lo primero, porque es antiestético, y lo segundo, porque no es necesario levantar la voz.

Anónimo dijo...

Otra cosa a la del listo digo yo que el que decide al final es el Ayuntamiento

Anónimo dijo...

Y porque no puede haber un espectáculo de caballos en la Plaza de Toros, si corre a cargo del empresario es un acto más para fiestas, o cual es la diferencia entre esto y los partidos de pelota, toros, futbol, fuegos, verbenas, degustaciones, etc., cuantas más cosas haya mejor en Fiestas. Saludos

Anónimo dijo...

Si el problema no es el espectaculo , a mi personalmente me parece de maravilla, el problema es que las 22,30 de la noche no creo que sea la hora más adecuada dada las fecha en que estamos para estar sentado al lado del rio.

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