martes, 18 de agosto de 2015

¡Ojalá exista el Cielo!


Y estéis ahí los tres: Guzmán, Feliciano y tú, mi buen Amigo Salva, esperándonos al resto. Quiero acordarme hoy de los buenos ratos que nos hacías pasar con los “fardos de pieles” a todos los desocupados del pueblo.
-Cuando menos te lo esperabas, a cualquier hora de la mañana o de la tarde, dependiendo de cuando fuera a venir el camión a llevárselas, el señor Justino Fernández colocaba su rudimentaria prensa en la Plaza de La Estrella  -entonces Queipo de Llano-, y comenzaba a sacar del almacén que allí mismo tenía, centenares de pieles secas de oveja, para ir colocándolas, con la ayuda de su hijo Salva, amigo mío, por más señas, sobre la prensa, para hacer artesanales fardos, que nos dejaban totalmente embelesados a todos los jovencitos que por el Chule Chimi o por la gasolinera andábamos desocupados. La prensa estaba compuesta por dos plataformas de madera, una abajo y otra arriba, con hendiduras a lo ancho para meter las sogas; unas como dentadas ruedas de hierro a los lados, para ir haciendo bajar con palancas de madera la plataforma encimera, y cuatro puntales, también de madera, que se colocaban en las esquinas. Cuando ya habían prensado suficientemente las pieles, pasaban las sogas por las hendiduras, y las ataban fuertemente para que no se deshicieran los fardos. Y así, uno tras otro, hasta dejarlos todos preparados para ser cargados.-       
Permíteme, Amigo Salva, poner en tus labios ya yertos, los últimos versos de Don Miguel de Unamuno:
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.

1 comentario:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Acabo de estar con tu familia, Amigo Salva, y sé que has partido feliz en las blancas alas de la Parca. Porque en esta efímera vida, Amigo mío, muchísimo más importante que querer, es ser querido. Y hoy he sentido en mis carnes, que tú lo has sido hasta el infinito. ¡Descansa en Paz!

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