jueves, 2 de febrero de 2012

Adiós a la casa de "la Resu".


   La casa de "la Resu", ubicada en la Calle San Jaime número 7, ya forma parte del recuerdo. Cuando asisto a algún derribo como este, una gran tristeza inunda todo mi cuerpo, porque caigo en la cuenta al instante, de que son muchísimos los najerinos que habiendo formado parte de mi vida, directa o indirectamente, se me han ido para siempre. Y que no han sido solo ellos los que han desaparecido de mi vida: también las casas en las que vivieron. Sé que es así. Que la muerte forma parte de la vida, y que lo viejo sucumbe ante el progreso. Pero permitidme, al menos, que deje aquí constancia de ello.

10 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Queridos Cantores, me voy a permitir la licencia de colgaros el último verso que escribió Don Miguel de Unamuno, para que reflexionéis sobre él, en estos difíciles tiempos:

Agranda la puerta, Padre.

Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños.
Yo he crecido, a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad,
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.

Abrazos sinceros.

Benjamin dijo...

¡Ay Eusebio! Bendita la edad achicada. En éstos momentos de gran pesar colectivo no estaría de más regresar a ella. Hay quien dice: "No se puede mirar al pasado". ¡Que estupidez!. Cada cosa en su sitio. El futuro no tiene profesores conocidos. El pasado ha tenido grandes maestros.
Muchos abrazos.

Benjamin dijo...

No dejes de leer esta noticia. Las prisas son malas consejeras.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/01/madrid/1328106801_495279.html
Y lleva 30 años. ¿Como arreglará el futuro?

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¡¡¡Vergonzoso!!! ¡¡¡Aberrante!!! Muy del estilo de esta gente. Querido Amigo Benjamín, existen decenas de sentencias que afirman que “lo primero es lo que vale, y que lo demás es añadido”. Yo, llevándolo al terreno monetario, hago como que toda mi infancia fue una cartilla de ahorros fructíferos. Y ahora, cuando me siento decaído, melancólico, deprimido, acudo a mi particular Caja de Ahorros, y recojo beneficios. La gente puede, y debe, decir lo que quiera; pero yo, mi buen Amigo, como ya te he dicho en varias ocasiones, afirmo a los cuatro vientos, que “mi infancia es mi verdadera Patria”. Y eso no es, en modo alguno, despreciar lo demás: Lo por vivir y lo vivido. Es ser honesto y sincero con uno mismo. Abrazos sinceros.

Benjamin dijo...

Por si no lo has leido, no te pierdas el artículo de Juan José Millás.

http://www.elpais.com/articulo/ultima/culo/elpepuopi/20120203elpepiult_1/Tes

Anónimo dijo...

El Oso de la Demanda: Siguiendo más o menos con el tema de hoy, toca leer un poquito en vez opinar:
1) Los 10 mandamientos en un AZULEJO, “la sociedad ese así”, No estallamos por desconocimiento de la situación (2)”, artículo de opinión y fotos y dibujos muy originales merece la pena:
http://ataquealpoder.wordpress.com/2012/02/02/no-estallamos-por-desconocimiento-de-la-situacion-2/
2) DEDICADO A LOS MAESTROS DE SIEMPRE, ¿Por qué debemos escuchar antes a un maestro que a un político?:
http://blogs.lainformacion.com/treintaymuchos/2012/01/31/por-que-debemos-escuchar-antes-a-un-maestro-que-un-politico/
3) OFERTA DE EMPLEO, Ingeniero de Austeridad...Ingeniero en Comunicaciones, 10 años de experiencia, jornada intensiva-noche 450 euros/brutos al mes.
http://quedicenen.blogspot.com/2012/02/austeridadingeniero-de-comunicaciones.html

Antonino dijo...

Gracias por ese hermoso poema del viejo Unamuno. Unamuno leía y citaba habitualmente en griego el Nuevo Testamento y recordaba muy bien el sabio texto: «Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18, 3). La meditación de ese texto y la del encuentro nocturno entre Jesús y Nicodemo, bellamente narrado en el evangelio de Juan, está en el origen de este hondo poema.
Unamuno no era un zascandil y cuando escribió esos versos no estaba en un momento de debilidad mental precisamente. Delante de su propia muerte, nadie dice tonterías. Y Unamuno menos que nadie.
Me ha gustado esta entrada, Me siento solidario contigo. Has cumplido en esta entrada y en muchas otras de las tuyas lo que también Unamuno nos pide en otro no desdeñable poema:

“…..Nunca separes
tu dolor del común dolor humano;
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,
el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.”

Tu dolor, querido Use, es el de muchos de nosotros. El dolor del inmisericorde tiempo que todo lo acaba destruyendo.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Hermoso poema también, el que con tanto cariño me envías, mi buen Amigo Antonino. ¡Qué grande fue Don Miguel de Unamuno! Este sublime dolor, Amigo mío, hace que nos sintamos vivos. Abrazos sinceros.

Anónimo dijo...

MORGON algun rato he pasado en aquella casa,que lechones tenian,asi como en otras de la zona.Pena da ver desaparecer algo que tre tantos recuerdos,pero mejor asi que desmoronandose arrasada por el tiempo y la desidia.Un pequeño comentario sobre lo que decis del pasado,es de mi "cosecha" al menos yo no lo he leido en ningun sitio:"POBRE DEL QUE OLVIDA SU PASADO,POBRE TIENE SU FUTURO"Un abrazo de este que te quiere de verdad.Se me olvidaba:no te faltaba mas que poner en tus articulos sobre el CLUB JUVENIL MALPICA los nombres de todos los que trabajaron en las tareas de su creacion y en sus actividades.Si hay posibilidades desearia una copia de la foto que publicas en la revista sobre el CLUB.Gracias anticipadas.

BACARDI

Eusebio Hervías del Campo dijo...

La Resu era una mujer con muchísimo carácter, Amigo Bacardí, pero tenía un corazón de oro. Lo sé porque, además de que acudíamos a su casa toda la chiquillería a ver cómo mataba el lechón todos los inviernos, me he parado a charlar con ella miles de veces, cuando en verano bajaba a la calle con su silla de anea a tomar el fresco, y yo pasaba por allí repartiendo. En cuanto al artículo (aunque ha sido publicado en tres partes es solo uno) del Club Juvenil Malpica, tal y como en él digo, sería interminable citaros a todos los que, junto conmigo, hicisteis realidad aquel sueño tan hermoso, aunque desgraciadamente efímero. Abrazos sinceros, mi buen Amigo.

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