martes, 4 de agosto de 2015

Miscelánea de aventuras.


    Queridos Cantores, ya que así lo sugirió el “Guardabosques”, a partir de este mes os voy a ir colgando quincenalmente un artículo de mi libro “Recuerdos de infancia”, para que conozcáis cómo ha sido mi vida desde chiquitito en esta otrora maravillosa ciudad llamada Nájera. Comienzo hoy, 4 de Agosto, con “Miscelánea de aventuras”.
    “Desde bien chiquitito, cuando emulando a mi padre (por aquel entonces era albañil), me subí al tejado con una nevada cojonuda a limpiar la chimenea, ya dejé bien claro que mi vida no iba a ser un camino de rosas. En aquella ocasión, la intervención de mi vecino Ventura (que en gloria esté), que le tapó la boca a mi madre cuando se disponía a chillarme, y me hizo volver engañándome con un caramelo o cualquiera otra cosa, hizo, sin duda alguna, que yo pueda estar hoy aquí, hablándoles a ustedes de estas cosas./ A nada que mis padres se descuidaran y me soltaran de la mano cerca del río Najerilla, ya estaba yo metido en él, con el agua hasta el culo, cogiendo “paris-paris” o cucharetas, mientras los “revicandiles” pasaban a mi lado altaneros, revoloteando entre las blancas y aromáticas flores de las berlañas, meneando rítmicamente su larguísima cola./ Cuando jugábamos en la calle Samaniego a montarnos en los carros que para llevar los muebles tenían las carpinterías en sus puertas, o a correr por el tejado de la COEGI (Cooperativa de Obreros Ebanistas Girón), todas las puntas que había por el suelo, que eran muchas, eran para mí y, consiguientemente, también para mí eran todas las inyecciones del tétanos que tenían los practicantes Francisco Virto y Miguel Ángel Yécora, que en gloria estén./ Una de las muchas veces que fuimos a robar cerezas al cerezo que en una huerta de esa misma calle tenía el señor Timoteo Magaña no se me ocurrió otra cosa que ponerme a defecar mientras los demás se atracaban de ellas, y como de niños para hacer eso te quitabas del todo el pantalón y el calzoncillo, al salir de su casa el señor Timoteo (vivía allí mismo) alertado por el ruido, y comenzar a gritarnos y a corrernos, tuve que irme a mi casa cagando leches y en pelotas./ Cuando alguna vez pasaban camiones por nuestra ciudad (menos mal que eran pocas) y jugábamos a engancharnos a ellos para vivir la aventura de viajar sin pagar, siempre me caía, hincándome de morros en el suelo cuando me soltaba, acojonado por la velocidad que iba tomando al bajar alguna cuesta./ El día de mi Primera Comunión, nada más salir de misa, sin esperar siquiera a recibir los regalos de mis familiares, me fui con Paraguayín al Pozo del Coco a mirar la botella que habíamos echado la tarde anterior (antes pescábamos bobas con las botellas de champán, rompiéndoles el culo, que lo tenían hacia adentro y estrechito, y metiéndoles dentro migas de pan), y me caí al río, fastidiándoles a todos la fiesta, por tener que irme más que a escape a casa para cambiarme de ropa./ Siempre que me metía descalzo al río Najerilla a pescar a mano, me hacía una “javetada” profunda con alguna hojalata o algún cristal (desalmados ha habido en toda época). Menos mal que en una ocasión, cuando pescando a mano descubrí una bomba de aviación en una de las cepas del Puente de Piedra, se me ocurrió avisar a la Guardia Civil en lugar de cogerla, porque de haberlo hecho, vista mi trayectoria, seguro que me explota./ Si me tiraba al río desde lo alto de alguna mimbrera, calculaba mal la profundidad y me daba una morrada cojonuda con las piedras./ Si era por un patinete de los que hacíamos en las faldas del Castillo, venía a resultar que mi tabla tenía una punta y me hacía un siete en el pantalón corto de tergal al final de la cuesta./ Si se escapaba alguna piedra en las batallas que a pedrada limpia preparábamos, iba derechita a mi cabeza…, y así un sinfín de aventuras más que, aunque a ustedes les hagan pensar lo contrario, no cambiaría por lo más sublime que se pueda codiciar, tanto en esta vida como en la otra”.

17 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

“Porque la infancia es la verdadera Patria del hombre, he aquí que os entrego la mía para que creéis en ella vuestros propios territorios”.

Anónimo dijo...

Gracias Eusebio. Eres el mas grande.Se que nos vas a tener entretenidos durante este mes,y que nos lo vamos a pasar muy bien.
Seve. Anda que tu también.No habrás tenido anécdotas,que digamos.Un saludo para los dos.
El Guardabosques

Carmen Guinea Magaña dijo...

La huerta de Timoteo Magaña, mi abuelo era la finca mas golosa de Nájera por aquellos años de tu infancia y de la mía, quinto, tu no sabes la de disgustos que se llevaba en cuanto le rapiñaban las cerezas, las avellanas, las manzanas, los de la COEGI, el paraíso de mi niñez,cuánto me acuerdo, Saludos.

Anónimo dijo...

Yo también contaré otra anécdota que nos sucedió a la cuadrilla cuando éramos unos chiquillos; alguien nos dijo o yo que sé si incluso nos lo inventamos, que si nos frotábamos la pi............., con leche de higo recién cortado de la higuera que nos crecia una barbaridad, pues bueno ni cortos ni perezosos bajamos hacia "El camino de las huertas", localizamos una higuera y dale que te pego a darnos una buena mano de ese maravilloso "elixir". Al rato empezó a actuar y pensábamos que moríamos en el intento de crecimiento de tal miembro, yo no he visto en mi vida mayor picor y de todo, gracias al bendito Najerilla que lo teníamos al lado y todos en "porretes" y después de un buen rato sumergidos en sus aguas pudimos aliviar tan terrible escozor. Ya peinamos canas pero con frecuencia la cuadrilla nos acordamos de tal odisea. Saludos USE, buena ocurrencia has tenido para alegrarnos un poco el veranillo.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Nosotros lo hicimos en las tetas, y puedo asegurarte que también las pasamos canutas. Pero lo mejor de todo, es que ahora me pregunto, ¿y para qué coño queríamos nosotros que nos crecieran las tetas? Abrazos sinceros.

Antonino dijo...

Razón de sobra llevas,Cantor.

La única verdadera patria del hombre es la infancia. Rainer María Rilke. Buen poeta en alemán.

Esto se pone mejor que estupendo.

SEVE GARCIA ALARCIA dijo...

USEBITO en primer lugar gracias por recoger el testigo que lanzó "El Guardabosques" y empezar a endulzar un poco este espacio,el cual últimamente algunos se empeñaban en mancillar;vamos a ver si pasamos ,por lo menos ,un mes de Agosto de buenas maneras.
Al Guardabosques,el cual no nos pierde de vista,aunque este apartado del mundanal ruido,gracias a la tecnología,decirle que claro uno tiene un montón de anécdotas que relatar,pienso contarlas con el permiso de USEBITO pero siempre teniendo en cuenta que yo no soy de Nájera:soy "cigueñero" y ademas sin cumplir los 7 años mi familia tubo que partir para BARACALDO(Vizcaya) pero cosas claro que pasaron;ya contaré ya.

Anónimo dijo...

A si da gloria meterse en tu blog.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

LA COLACIÓN.
El pasado domingo tuve el privilegio de tomarme un chupito de Brandy 103, que tendría por lo menos cuarenta años. Y eso me recordó que a mediados de Diciembre, Enrique, “el andaluz”, padre de mis caros amigos Enrique y Alfonso -a pesar de ser cajero en el Banco Hispano Americano tenía que buscarse la vida ejerciendo el pluriempleo, como todo el mundo en aquellos difíciles años-, cuando éramos pequeños, nos mandaba con una carrito a repartir cajas de Brandy 103 por las empresas de muebles y los talleres de carpintería que diseminados había por todo el pueblo, para que los jefes o patrones se las dieran por unidades en Navidad a los obreros junto con una caja de Farias. Gracias a lo cual, nos ganábamos un buen dinerito.

Fernando dijo...

La leche de higo la usaban para quemar berrugas, jajajaja, y vosotros para dar brillo.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¿Cómo se llamaba aquella pastilla que comprábamos en la farmacia para aplastarla y mezclarla con el azufre que nos daba el señor Isidoro en el almacén de Uralita, para ponerle una piedra encima y golpearla con el pie para crear una gran explosión? ¡Nunca lo recuerdo!

Anónimo dijo...

Aunque en la distancia este.
Voy a contar alguna
Eusebio.
Las famosas pastillitas Que me corrijan si no es así.Me parece recordar que se llamaban.Pastillas de potasio.Todos los días en los soportales,donde esta ahora El bar Kikiriki. Hay había tres tienditas(casetitas). De izquierda a derecha.La Tarines,La Gerarda y la seña Manuela.La tarines,nos vendía los cigarrillos sueltos"a escondidas"La gerarda."barquillos".Pero lo que me llamaba la atencion.Siempre fueron las famosas "bombas".No,que no.No asustaros,estas solo te podían hacer daño en el estomago.estomago. Venían por dentro con crema de flan.Doy fe,de que estaban buenísimos.Pero lo interesante era ver todos los días,quiero recordar,al gitano semifallo.Empezar a comerse uno tras otro todas las bombas del recipiente.La señora Gerarda,metía la mano,en la cesta que tenia las famosas bombas y conforme se los iba comiendo,ella reponía.Pues bien.Los chavales nos quedábamos con la boca abierta,viendo como disfrutaba del manjar.Esto lo hacia bastantes días seguidos.Pues bien,los pasteles eran grandecitos,y se comía unos 16.También puedo dar fe de esto.
Luego teníamos a el famoso valderrama.Sii querías comprarle troneras,muchas veces,bajabas al final de las parras,que es donde vivía.Anda que no lo hemos despertado mas de mil veces,que se encontraba en la siesta.Pero nunca se cabreaba.A veces le decías.Ande señor valderrama.Nos de una de regalo.Que no explotan.El refunfuñando decía, mira como si.Al igual que un personaje de circo se tratara.Se la ponía la tronera sujeta con los dientes,y se la prendía.Ves como si están bien.Pero algunas veces te regalaba una mas.Este hombre de corazón bueno.Siempre me pareció en el físico,mira por donde al famoso cantinflas,Hay lo que da esto de las anécdotas.Esto da,para mucho.Pero para mucho..Si no Eusebio,ya me lo dirás.Venga un saludo.Para los hombres de bien.
El Guardabosques.
El Guardabosques

Carlos dijo...

Creo que era Clorato de potasio que mezclado con azufre y poniendo una piedra plana encima provocaba un estallido bastante fuerte.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¡Muchas gracias por la aclaración! Solo apostillar que la mayoría de las veces la explosión era tan fuerte que hacía añicos la piedra. Abrazos sinceros.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Otra cosa que me llama mucho la atención, es aquello de que cuando veíamos a una mujer mayor con una venda en el tobillo, decíamos que estaba con la regla. ¡Quién coño nos haría creer estas historias!

Carlos dijo...

Esto me ocurrio a mí y a otro que ahora no recuerdo bien quien era cuando estábamos en la escuela de los Frailes, en el recreo y aprovechando el paso de un camión que venía de descargar refrescos de la Plaza, concretamente de donde la Gregoria y el Chato. Nos colgamos en la parte trasera del camión sobre la rueda repuesto creo y metiendo una mano entre las tablas de la cartola trasera, hacernos con unos botellines de kaiku, kas, etc., como tantos chavales lo hacíamos entonces. Cual no sería nuestra sorpresa cuando el camión o camioneta en lugar de parar un poco más adelante para descargar en algún otro bar como de costumbre continuo su marcha hacia la carretera de Santo Domingo sin parar, gracias a que la velocidad entonces no era excesiva pudimos saltar a la salida de Nájera en la cuesta donde el molino, pues el vehículo en cuestión casi se quedaba parado al subir, si no es por eso acabamos en la ciudad del Santo y menuda papeleta se nos presenta. Saludos

SEVE GARCIA ALARCIA dijo...

USEBITO acabo de llegar a casa despues de pasar un estupendo día en compañía de mi mujer,hijas,nietos y yernos y como ya comente decido contar algo de mi juventud.Como ya adelante en su momento no nací en Nájera,pero creo que en todos los sitios,poco mas o menos hemos hecho lo mismo:hemos robado fruta,pescado "cucharetas",bañado en "porretas",engancharnos a los camiones y un sin fin de cosas mas;en esta ocasión me limitaré a relatar lo que me sucedio una noche en que,tal vez con 10 años,fuimos a robarle manzanas a los llamados "felicianos,cuya huerta la tenían en lo que en aquellos tiempos era la carretera de Nájera(¡que preciosidad,tenía hasta arboles)pues bien en aquellos tiempos se sembraban en mi pueblo muchos caparrones y aunque al entrar a por manzanas entramos con sumo cuidado,cuando el Sr."feliciano"preparado para pillarnos infragantis apareció de repente todos salimos corriendo "como alma que lleva el diablo",pero claro los caparrones estaban regados y yo que llevaba alpargatas de esparto perdí una de lo que me enteré cuando paré de correr en la plaza del pueblo;como le decía yo a mi madre que había perdido una alpargata y sobre todo como la había perdido;pues bueno en casa entre descalzo,no era nada raro,le conté una mentira a mi madre sobre que a la mañana siguiente tenía que levantarme temprano y casi sin amanecer me fui a buscar la alpargata,la cual tuve la suerte de encontrar con lo cual me evite algún sopapo que otro y todo esto unido a algún domingo sin paga.Que gran importancia tenía entonces una ¡simple alpargata!

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