jueves, 14 de mayo de 2020

¿Qué va a ocurrir en San Juan?

Teniendo en cuenta lo que ha ocurrido estos días en todo el país nada más pasar de la fase 0 a la 1, cabe preguntarse qué va a pasar en Nájera el día San juan. Sé que falta más de un mes para que llegue esa fecha; pero sé también cómo se están comportando ahora mismo un montón de jóvenes najerinos, y cómo se pueden comportar el día 24 de Junio, después de almorzar y ponerse ciegos de calimocho, cerveza y vino. ¿Han caído en esto los componentes del Equipo de Gobierno del Ayuntamiento najerino? Y si han caído, ¿tienen algo previsto para impedirlo? Vaya por delante que sé a ciencia cierta que ninguno de los jóvenes lo iba a hacer de mala fe; lo harían, de hacerlo, además de por ser jóvenes, por divertimento. -Yo no he olvidado que fui joven; y sé lo que se hace cuando lo eres y te “pones ciego”-. Pero en esta inédita, ignota y siniestra ocasión, no se trataría de una simple gamberrada, propia de jóvenes beodos, sino de una terrible irresponsabilidad con consecuencias imprevisibles para todo el pueblo. Creo sinceramente, que los más de 27.000 españoles fallecidos, y los más de 49.000 sanitarios contagiados por intentar salvarnos la vida luchando hasta la extenuación en las UCIS contra el coronavirus, se merecen todo nuestro respeto. Y aunque solo fuera por esto, todos deberíamos velar porque ese día no ocurra nada que pueda dar al traste con este titánico esfuerzo.

7 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

LA VERBENA DE SAN JUAN.

Bien, muy requetebién han estado este año las alegres fiestas de San Juan. La víspera, el dueño del Bar Royalty, don Francisco Arrieta, “llevó” la música a tocar y con este motivo los alrededores de su establecimiento estuvieron concurridísimos de gente joven, que disfrutó de una verdadera noche de verano y de los múltiples juguetes que la banda municipal tocó hasta la una de la madrugada. Y amanece el día grande, espléndido, sin que el sol caliente más que lo suficiente para que la estancia en el paseo se haga gratísima. De mañana, las cuadrillas de gente moza esparcidas por paseos, huertas y arboledas, hacen el rico chocolate para el desayuno y desde este momento podemos decir que comienza la verbena de San Juan. La música municipal lo hace poco después, tocando en el paseo y la “juerga” comienza con todas las características verbeneras. Chicos y chicas vestidos con trajes típicos dan un color tal de alegría, que confundidos en alegre camaradería bailan, cantan y corren mientras la música “sopla” para que los “morenos” disfruten la mañana de San Juan. Se termina el concierto a las diez y la alegría sube unos puntos más, es que los jóvenes toman posiciones para dar las vueltas alrededor del kiosco. ¡Señores qué alegría y bullicio! chicos y grandes lo hacen sin que el cansancio les arredre y cada vez con más bríos. Han sido muchos los que este año “maduros” para añorar sus tiempos han “corrido” las vueltas y algunos juveniles. Y es que no se puede descongraciar a nuestras guapas najerinas, las cuales dicharacheras, y amables le invitan a dar las vueltas, y hay que acceder o no ir al paseo.
Ha terminado la fiesta en el paseo; la música toca de nuevo el pasodoble de la “Verbena de la Paloma” y las rubias y morenas que de todo hay en grandes filas, del brazo de ellos, cantando recorren varias calles de la ciudad hasta desembocar en la plaza del 9 de septiembre, en donde de nuevo se baila para terminar la simpática mañana sanjuanera con las vueltas. Pero no para aquí la alegría, ya que después en nuestra primera sociedad de recreo Gran Casino, se celebra el baile de sociedad anunciado así como en la divertida sociedad La Coral. En ambas sociedades la animación ha sido grande, en donde hemos visto danzar a nuestras simpáticas paisanas y guapas señoritas de fuera hasta la una. Después de haber comido opíparamente en hoteles, casas de comidas, merenderos, y huertas, las “murgas” recorren las calles tocando y cantando, así que la “farra” es un movimiento continuo y una alegría inusitada hasta que de nuevo se “encierran” las alegres jóvenes en La Coral, en donde, sin dar muestras de cansancio, charlestonean hasta la hora de la merienda, que ellas y ellos se marchan a disfrutar al campo hasta el anochecido, que hacen el regreso, cantando trozos de la “Verbena de la Paloma”, para de nuevo alegrar calles y paseos, tocando la gaita, la música y otros instrumentos de cuerda. La noche está fresquita y en el salón del Gran Casino, que está radiante de belleza femenina, de nuevo se celebra el baile. Su amplia terraza y demás dependencias no pueden dar albergue a tanto gentío, haciéndose casi imposible el baile en la sala. Su conserje, don Emiliano Ruiz, esmeradísimo en todo es felicitado por el servicio. Lo mismo ocurre en los salones de La Coral, en donde sin cesar se rinde culto a Terpsícore, hasta la madrugada. ¡Vaya día! Así terminó el día de San Juan, uno de los más grandes del año, sin que se haya dado una mala nota discordante prueba inequívoca de que los najerinos saben divertirse, haciéndole al forastero grata la estancia entre ellos con el trato afable y cariñoso. ¡Bien por la juventud najerina! Como todos los años son muchos los forasteros y apreciables najerinos que vienen a disfrutar el día de San… -Aquí acaba el texto del recorte del artículo publicado en el periódico La Rioja, el 24 de Junio de 1932, que providencialmente cayó en mis manos. Me imagino que acabaría con Juan, mas como no estaba, no lo pongo-.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¡MAGNÍFICO Y REVELADOR ARTÍCULO!

Este artículo nos permite descubrir muchas cosas desconocidas por una gran mayoría de najerinos. Y pone de manifiesto que en las Vueltas de antaño, no faltaba la gaita.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

HISTORIA DE LAS FIESTAS DE SAN JUAN.
Los orígenes de las fiestas de San Juan se remontan a la tradición celta de danzar alrededor de una gran hoguera, para alabar al rey sol, y hacer luego el amor con sus mujeres, en la creencia de que dejándolas a ellas embarazadas, embarazarían también a la tierra, y ésta, agradecida, les traería grandes y buenas cosechas. Los najerinos de entonces, con gaita y tamboril, comenzaron a danzar también al son de las canciones típicas de los dulzaineros. Poco a poco se fueron sumando nuevas melodías y nuevos instrumentos, hasta desaparecer los gaiteros y quedarse solamente los músicos. En los años de nuestros abuelos, a principios de siglo, las Vueltas ya se daban en el Paseo, alrededor de un viejo quiosco. Antes de ello, tomaban chocolate con anís en el cascajo del río. Y cuando terminaban las Vueltas, se iban al baile vermú que se celebraba en los Cines Club y Doga. Después, se iban a comer, se echaban una pequeña siesta, y, a media tarde, con los cestos, ellos, y con las cestas, ellas, se iban a las huertas, choperas y alamedas de merienda, para intentar ligar y robarle algún beso a la chica que a cada uno le hacía tilín. No hay que olvidar que estas fiestas son una prolongación de las celtas, y, además de esto, se celebran el 24 de Junio, cuando han llegado ya las primeras frutas, y las mujeres se han desprendido del montón de ropa que habían llevado durante todo el invierno y la primavera, y que, por consiguiente, son fiestas sensuales y sexuales. Tanto es así, que hay un dicho popular najerino que dice: “El que en San Juan sanjuanea, en Marzo marcea. Y todo invitaba a ello: La fruta, las huertas, las choperas, las alamedas, los riachuelos y manantiales, la música, el chocolate con anís, y, sobre todo, las pieles suaves, delicadas y blancas de las najerinas. Con el tiempo, el chocolate se cambió por las chuletas al sarmiento, y se incorporaron zarzuelas y coplillas sanjuaneras, relacionadas con hechos acaecidos en nuestra ciudad: Pedrisco, riadas, vagos, picoteras, chapuceros… Y así nacieron la “morena y la rubia, hijas del pueblo de Madrid”, “En el corral de Tivo ha caído un aeroplano”, “Nos han obligado
-Sigue-

Eusebio Hervías del Campo dijo...

a cambiar de herrero, porque el señor Poli es un chapucero”, has de bailar que te tengo dar perucos”, “ha venido un carro lleno de tijeras a cortarles el pico a las picoteras”, y un largo etcétera, que se han estado cantando hasta hace un par de décadas. Para poder celebrar los sanjuanes, nuestros padres tenían que estar todo el año recogiendo cartón, plomo, cobre, hierro, cartones y todo lo que encontraban en las calles y en los basureros, para venderlo y poder sufragarse los gastos. Además de esto, hacían acopio de carteles de cine, con los que confeccionaban grandes paraguas artesanales, e ideaban parodias para llevarlas a cabo esos días. Y así nacían el tanque, el tren, los safaris, bodas, bautizos y todo lo imaginable. Como dice el cantar: “El 24 de Junio por ser el día San Juan, todas las chicas y chicos, ¡aúpa!, la guerra que van a dar. Por la mañana las vueltas, por la tarde a merendar, y por la noche al Casino (En el Gran Casino celebraban baile por la noche), ¡aúpa!, que bien lo vamos a pasar”. Siendo yo chiquitito, como mis bienamados padres me habían inculcado todo lo antedicho, celebraba con mis amigos merendolas a base de botes de melocotón, pera y piña en almíbar, y refrescos de naranja, limón y cola. Cuando ya fui más mocito, celebrábamos meriendas en la Fuente de la Estacada, en las choperas o en las riberas del río Najerilla, hasta que el difunto Paco Luis dio en abrir la Discoteca Dino, y se fastidió todo. Al poco tiempo de ocurrir esto, los jóvenes dieron en celebrar la “guerra de la cerveza” en la zona de Nájera, después de terminar las Vueltas en la Plaza de España, como ahora, casi a las cinco de la tarde, hasta llegada la noche. Con lo que, a mi juicio, se perdió para siempre el verdadero significado de las Vueltas: Bailar y bailar por todas y cada una de nuestras calles hasta desgastar las alpargatas y hacer jirones la ropa. En estas lides destacaron dos cuadrillas: La de mis bienamados padres, “Los que no se rinden”, y “Los del té de las cinco”. En la cuadrilla de “Los que no se rinden” estaban casi todos los músicos que tocaban las Vueltas. A los najerinos de verdad, los sanjuanes nos corren por las venas. Y estas benditas fiestas tendrían que ser mucho más respetadas por los ingratos najerinos, porque son mucho más que unas fiestas cualesquiera: Son Historia, Tradición, Memoria, Vida…

Eusebio Hervías del Campo dijo...

LOS POLOS GIGANTES.
Muchas hemos sido las cuadrillas que hemos portado un polo gigante en las fiestas de San Juan, pero ninguna la que le ha dedicado una sola línea al dueño de la Heladería JANZ. En estas otrora hermosas y entrañables fiestas de San Juan, es de justicia acordarse de aquellos najerinos que se hicieron hueco en nuestra infancia y juventud por algún motivo, favor o detalle. Este es el caso del difunto José María Zorzano, esposo de Amelia Noguerado -de ahí el nombre de la Heladería JANZ: Josemari-Amelia Noguerado-Zorzano-, que desinteresadamente nos elaboraba un polo gigante, cuyo soporte: un palo cilíndrico de haya, tenía que costarle un huevo. A mí particularmente, este entrañable najerino me lo hizo muchos años. No sé si fue porque de pequeño gastaba toda mi paga en polos de hielo de peseta -los domingos y festivos me pasaba allí toda la tarde- o por ser hijo de mi bienamado padre. Pero como he dicho antes, no fue solo a mí, sino a muchos najerinos a quien se lo hizo durante muchísimos “sanjuanes”. Quede, pues, aquí inmortalizado para siempre, este desinteresado y hermoso detalle. ¡Gracias por ello, Amigo Josemari, aunque sea un poco tarde!

Eusebio Hervías del Campo dijo...

LAS FIESTAS DE SAN JUAN.
Un mes antes de que llegaran las fiestas de San Juan, ya estábamos toda la chiquillería del pueblo silbándolas incansablemente, mientras nuestras piernas temblaban arrítmicamente, y les habíamos enviado cartas a nuestros familiares y amigos, invitándoles a que vinieran a pasarlas con nosotros. Para entonces ya habíamos hecho acopio de paquetes de tabaco rubio: Tres carabelas, Camel y Bisonte, que habíamos ido mangando donde la señora Ciriaca, y donde las hermanas Cerezo. Unas horas antes del gran día, comprábamos atropellada y ruidosamente, botes de melocotón, pera y piña en almíbar, y refrescos a tutiplén, para ir a merendárnoslas después de las Vueltas, en cualquier huerta, chopera o en la Fuente La Estacada, hasta que anocheciese. Cuando llegaba San Juan, día largamente anhelado y esperado por todos nosotros, desde por la mañanita ya andábamos todo alborotados, observando cómo los mayores se ponían morados de chuletas al sarmiento, con nuestras viseras de cartón y nuestras trompetas de plástico, recién adquiridas en la tenducha ambulante de “Revuelta”, feriante de Santo Domingo. Cuando comenzaban las Vueltas, pletóricos de felicidad, las dábamos bulliciosamente, sin atender mucho a los Músicos. Después, haciendo grandes corros, nos dirigíamos, casi sin apercibirnos de ello, hacia el Puente de Piedra, la Calle Mayor y la Plaza de España, cantando mil canciones del folclore sanjuanero, totalmente ajenos a las notas de los Músicos. Cuando llegábamos a la Plaza, nos tumbábamos en el abrasante suelo, y esperábamos a que llegaran los mayores y los sufridos Músicos. Cuando lo hacían, dábamos otra vez las vueltas, y nos marchábamos más que pitando a comer, para ir después a dar buena cuenta de las frutas y de los refrescos. Y así pasábamos las fiestas de San Juan cuando éramos pequeños.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

FIESTAS ECOLÓGICAS.

Las fiestas de San Juan siempre fueron las fiestas ecológicas por excelencia. Aunque ahora pueda parecerles a ustedes increíble, en la época de nuestros padres, estas fiestas, vividas en plena Naturaleza, hacían que a todos ellos les hirviese la sangre. Y no podía ser de otro manera: Los árboles frutales les ofrecían sus más excelsos frutos; las mujeres se desprendían de toneladas de ropa; tomaban chocolate con anís muy de mañana, y danzaban y bailaban rozando pieles blancas e impolutas. Comenzaban el ritual yendo muy de mañanita al cascajo, a tomar chocolate con anís, hasta que el señor Quico, con sus tres inconfundibles golpes de bombo, pom, pom, pom, les anunciaba el comienzo de las ansiadas vueltas. Una vez en el quiosco del Paseo, entrelazaban sus brazos, y al son de la morena y la rubia, entremezclaban el sudor emanado de sus pieles níveas e inmaculadas, saltando, brincando y bailando, a la par que cantaban incansablemente las coplillas del riquísimo folclore sanjuanero. Después de varias horas de danza, una vez terminadas las vueltas, se iban a los Cines Club y Doga a bailar agarrado, para resarcirse así de tantos meses de vigilia. Cuando terminaban los bailables, se iban a todo correr a comer, para reunirse cuanto antes en el Paseo, y, portando grandes cestos tapados con manteles de cuadros que contenían la merienda, dirigirse a alguna de las muchísimas choperas y huertas que entonces había. Después de haber estado retozando con sus parejas, a la fresca de peros, cerezos, chopos y mimbreras, daban buena cuenta de la merienda. Cuando ya no podían más, y no eran capaces de orientarse ni siquiera a tientas, dejaban bien colocaditas las sobras -se habían asegurado de que sobrara merienda para repetir los escarceos amorosos al día siguiente-, y se dirigían, bien templados por los lingotazos de clarete que se habían metido entre pecho y espalda, al Casino, para seguir allí la juerga, cantando, bailando, y haciendo lo que podían. Como pueden ustedes deducir, no es extraño que muchos de ellos imitaran la tradición de los celtas: Dejar preñadas a las mujeres, para que se quedara preñada la tierra, y les ofreciera así abundantes frutos en cosechas venideras. De ahí que en Nájera se dijera, “que quien en San Juan sanjuanea, en marzo marcea.”

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