martes, 22 de agosto de 2023

Me has partido el alma, Jose, Amigo mío.

Jose es el tercero de los tres que están levantados a la derecha.

Cuando me han dado la noticia de tu muerte esta mañana, Amigo Jose, se me ha partido el alma. Es más, aún no salgo de mi asombro. Sé que estas cosas pasan. Desde muy pequeño mi bienamada madre me decía a menudo: “Desde que nacemos/, a la muerte caminamos/; no hay cosa que más olvidemos/, y que más cerca tengamos/”. Pero la tuya, Amigo mío, ha sido muy traumática para mí. Nací a las diez o las once de la noche de un 5 de Abril; y tú lo hiciste el día seis, porque naciste unas horas más tarde. Desde pequeñitos hemos ido siempre juntos a pescar a nuestro amado río Najerilla truchas y cangrejos; y cuando fuimos jovencitos, frecuentábamos juntos los “chamizos”. Después fuimos en cuadrilla, tal y como demuestra la fotografía, con Salva, Guzmán, Feliciano -los tres tristemente fallecidos-, mi primo Pascual, cuando venía en verano, Enrique y Pío. A lo largo de los años, aunque por circunstancias de la vida nos separamos, siempre hemos mantenido encendida la llama de nuestra amistad, y nos hemos tratado como hermanos. Y últimamente, cuando nos encontrábamos en “La Manzanera”, yendo yo paseando y tú en dirección a tu huerta, te bajabas de la furgoneta y pasábamos largos ratos charlando. Y es por eso, Amigo mío, que no puedo perdonarle a la Parca el haberte llevado. Tú has sido siempre un hombre desprendido que compartía lo que tenía con todos; un hombre afable, cariñoso, feliz, amante de la Naturaleza, y sobre todo, bueno. Y hombres así, Amigo Jose, quedan muy pocos. Por eso quiero dedicarte la Elegía de Miguel Hernández, cantada y recitada por “Jarcha”, porque ahora mismo es eso lo que siento. ¡Que la tierra te sea leve, Amigo mío!

https://www.youtube.com/watch?v=Ew4lwthM9eg

3 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

MIGUEL HERNÁNDEZ

Eusebio Hervías del Campo dijo...

“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”. -Alphonse de Lamartine-

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Permíteme, Amigo Jose, que utilice tu espacio para despedirme de “Cionín”, con quien tanto jugué en el Paseo, cuando íbamos juntos al colegio. Las maestras y los maestros se empeñaban en tenernos separados: ellas, arriba, nosotros, abajo, pero en los recreos estábamos todas y todos juntos y revueltos, jugando a médicos, a la soga o al pañuelo. Descansa en paz, Amiga “Cionín”, y guardadme un huequecito en el Cielo.

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