viernes, 25 de julio de 2025

Bocatas de jamón en la Plaza de Santa María.

6 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Hoy, a las siete de la mañana, solo había un paquete de periódicos en la Estación de Autobuses.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

COLAS INTERMINABLES, FRANCOTIRADORES Y 11 MINUTOS DE CAOS: ASÍ OPERA LA “TRAMPA MORTAL” PARA CONSEGUIR COMIDA EN GAZA

En un sector al que se le acaban las palabras para dar la voz de alarma, el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, Philippe Lazarini, quiso ser absolutamente taxativo al describir el sistema de reparto de alimentos que impera en Gaza. Es una “sádica trampa mortal”, dijo el pasado lunes. Las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad de Gaza elevan a 113 el número total de fallecidos por inanición desde el comienzo de la invasión israelí, en octubre de 2023. Las personas hambrientas mueren también a tiros o por otras causas violentas cuando buscan comida. “A fecha de 21 de julio, hemos registrado que se ha matado a 1.054 personas en Gaza que intentaban conseguir comida, declaró el portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Thameen Al-Kheetan. ”766, en las proximidades de los puntos [de reparto] de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), y 228 cerca de convoyes de la ONU y otras organizaciones humanitarias“, precisó. La búsqueda de alimentos se ha vuelto tan mortífera como los bombardeos, explican las mismas voces que han cuestionado sin descanso el funcionamiento de GHF, un ente opaco sin experiencia en labores humanitarias, creado específicamente para Gaza, patrocinado por Israel y EEUU y acusado de violar los principios de neutralidad e independencia que deben regir este trabajo...

https://www.eldiario.es/desalambre/colas-interminables-francotiradores-11-minutos-caos-opera-trampa-mortal-comida-gaza_1_12485943.html

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Días de campo.
En mi infancia, los días 18 y 25 de Julio, existía la costumbre (hermosa, como todas) de ir a pasar el día al campo. Preparábamos todo muy de mañanita: Paellera, cazuelas, ensaladeras, platos, vasos, cubiertos, manteles, servilletas, patatas, arroz, sal, aceite, vinagre, sandías, melones, el vino y la gaseosa, los trajes de baño, las sandalias de goma y las mantas de cuadros para la siesta, y lo cargábamos todo en un carrito tirado por un burro pequeño, y nos íbamos toda la familia a pasar el día al campo, siempre a orillas del río Najerilla, en sus frondosas choperas, separados de las feraces huertas por un polvoriento caminito de tierra, conocido popularmente como “el camino de las huertas”. Llegábamos al lugar elegido (nosotros siempre íbamos a la “Fuente de la Requitrona”), y mientras nuestras madres preparaban el “campamento” y la fogata para hacer la comida, nuestros padres hacían acopio de lechugas, tomates y cebollas (siempre venía con nosotros alguien que tenía huerta) para la ensalada (también las hacíamos de berros), y cangrejos y caracoles para la caldereta o la paella. Nosotros, como en aquellos maravillosos años las estaciones eran fieles y hacía un sol de justicia, no parábamos de darnos refrescantes baños en las límpidas y frías aguas del río Najerilla. Cuando todo estaba preparado, nuestros padres llegaban al río y se ponían a pescar truchas, mientras nuestras madres, remangándose el vestido (con qué arte lo hacían), se aventuraban a meterse hasta que el agua les llegara a las pantorrillas, y se salían haciendo equilibrio a tomar el sol sentaditas en la orilla, vigilándonos a unos y otros con miradas amorosas y atentas. Y allí estábamos nosotros viviendo intrépidas aventuras, navegando en gigantescos barcos (chopos y mimbreras arrastrados por las crecidas), buceando en busca de preciadas perlas (piedras blancas que tirábamos al fondo para cogerlas), y correteando por las peligrosísimas selvas del Amazonas (las choperas), tiritando de frío y con la piel más arrugada que una pasa de ciruela. Después de habernos llamado mil veces (no había forma de sacarnos del agua), nos poníamos a comer a toda velocidad para echarnos cuanto antes la obligada siesta en las mantas de cuadros (las que se usaban para los ganados y para los transportes de muebles) a la sombra de una frondosa mimbrera, y volver de nuevo, una vez hecha la digestión (esto era sagrado), a bañarnos al río Najerilla hasta la hora de irnos a casa. Nuestros padres, por su parte, después de una pausada y amena sobremesa, recogían todos los cacharros y se ponían a jugar a las cartas. Cuando comenzaba a anochecer, cargábamos todo en el carrito y, con las alforjas repletas de hermosos recuerdos, emprendíamos el viaje de regreso a casa, tropezándonos por el camino a cantidad de amigos que, henchidos de felicidad como tú, te deseaban felices sueños.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

¿OTRO VERANO NADANDO ENTRE TOALLITAS? POR ESO NO SE DEBEN TIRAR POR EL VÁTER

Las escenas en las playas se repiten cada verano. “Qué asco” dice la enojada bañista que sale del agua sacudiendo el brazo para librarse de una toallita húmeda que se le ha enganchado. Igual repugnancia siente un aprendiz de buceador que saca la cabeza con otra colgándole del tubo y las gafas. O el chaval que las encuentra tendidas al sol en las rocas. Pero ¿de dónde salen tantas toallitas? se preguntan. Y la respuesta es muy simple: de nuestros retretes. El problema de las toallitas húmedas hace tiempo que se nos fue de las manos para adquirir tintes de desastre. Un desastre ecológico y económico. Los números son una barbaridad, no tienen sentido. En 2023 los servicios de mantenimiento del ayuntamiento de San Sebastián retiraron de la red de saneamiento cerca de trescientas toneladas de toallitas húmedas que se habían acumulado y apelmazado generando un gigantesco gusano: el llamado 'monstruo de las toallitas'. Ese mismo año en Sevilla, la empresa que gestiona el ciclo integral del agua en la ciudad, Emasesa, retiró otras 755 toneladas: el equivalente a un edificio de diez plantas. Los costes de la retirada y gestión de este residuo doméstico para el ayuntamiento hispalense, es decir para todos los sevillanos, superaron los cinco millones de euros. Lo dicho, un disparate. Pero hay más. En Málaga la empresa municipal de aguas, Emasa, recogió en 2023 más de dos mil trescientas toneladas de toallitas húmedas: aproximadamente la misma cantidad que había recogido el año anterior. El coste para el bolsillo de los ciudadanos fue también millonario…

https://www.elconfidencial.com/medioambiente/soy-eco/2025-07-25/monstruo-toallitas-humedas-basura-playas_4178756/

MAXIMO dijo...

Usebito se ve que es muy costoso,fisica y economicamente,colocar un pequeño recipiente al lado de la taza con una bolsita de plastico y cuando esta llena a la basura:algun día,creo que ya lo estamos haciendo,lo pagaremos.

Eusebio Hervías del Campo dijo...

Vivimos en la Tierra cual si tuviéramos otras cuatro o cinco para mudarnos cuando queramos.

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