Las quintadas, o cenas de quintos, son el mejor antidepresivo que existe para vencer el tedio de los sábados de invierno. En esta triste y melancólica estación, solo los sábados, cuando varias quintadas cumplen con el ritual de cenar -algunas comen y cenan-, hay ambiente en nuestra ciudad. Sobre todo en el casco antiguo. Desde hace unos años, todas las quintadas contratan una charanga -casi siempre a la Charanga del Najerilla- y llenan nuestras desangeladas calles de alborozo cual si estuviéramos en las fiestas de San Juan. Salir de casa a tomarse unos vinos o unos cortos y encontrarse la Calle Mayor llena de quintos y quintas disfrutando de lo lindo con el folclore Sanjuanero, le levanta el ánimo hasta a los muertos. Quienes tenemos la fortuna de damos de bruces con esta envidiable algazara, disfrutamos cual si formáramos parte de alguna de las quintadas. Tal es así, que por unos minutos, que se te antojan siglos, nuestras penas se convierten en alegría y hacen que nos congraciemos de nuevo con la vida.
