El Paseo de San Julián siempre ha sido para mí uno de nuestros mayores tesoros. No en vano llevo casi medio siglo defendiéndolo sin denuedo de políticos analfabetos y especuladores varios. Recuerdo lo maravilloso que era verlo en otoño desde el Castillo, todo vestido de oro. -¡Qué otoñar más hermoso tienen los chopos!-. Pero entre unos y otros, se lo han ido cargando de un modo inmisericorde, hasta dejarlo como ahora mismo lo tenemos: ¡no es ni la sombra de lo que fue! Y aun así, conservando menos de la tercera parte, parece que nuestros políticos siguen empeñados en cargárselo del todo. Embrear la parte derecha para utilizarla como carretera, fue un gran error. Pero permitir que circulen por camiones por ahí, lo es mucho mayor. En los últimos años, estos vehículos pesados han arrancado de cuajo enormes ramas de diferentes plátanos. ¿Le pondrán remedio a esto?
