domingo, 13 de mayo de 2018

Tente mientras cobro.


Esto es lo que se decía en Nájera cuando yo era zarramplín, allá por los 70, y la mayoría de los trabajos consistían en hacer chapucillas en las casas viejas. Y a juzgar por lo que vemos a diario, parece ser que, cambiando el verbo de “cobrar” por el de “ganar”, es lo que se sigue diciendo en nuestro Ayuntamiento. Las cosas no se crean para abandonarlas una vez hecha la fotografía, sino para uso y disfrute de los ciudadanos de Nájera. Si se le ponen barandillas al puente del río Muelo, hay que mantenerlas, y no dejar su mantenimiento en manos de personas de buena fe, pero absolutamente inexpertas. Porque, para tenerlo como ahora mismo se encuentra, estaba mucho mejor sin ellas. Lo mismo ocurre con las que pusieron en el Paseo de San Julián para un encierro -la gente las rompe porque no le gustan- que nunca se celebró, y con algunos bancos rotos y garabateados. Esto, por no hablar de la yerba del Parque Natural, que ahora mismo no costaría nada segarla, y luego cuesta un pastizal, porque se convierte en una auténtica selva. Así que, más trabajar, y menos fotografías.

3 comentarios:

Eusebio Hervías del Campo dijo...

“Una de las sanciones por negarse a participar en la política es que termines siendo gobernado por tus inferiores”. -Platón-

viandante dijo...

Pues espera con la Plaza de la Cruz y ya me contaras

Eusebio Hervías del Campo dijo...

ISRAEL SIEMPRE DANDO LA NOTA

“El puesto es una mierda, la verdad” dijo Amaia, al poco de conocerse que España había quedado a punto de ingresar en la cofradía del podio retrógrado. No era un mal resultado, teniendo en cuenta que la canción también era una mierda, como las otras 25 restantes; como la campaña de acoso y derribo mediático que les acompañó; como el libro de Albert Pla, objeto de la polémica; y como el hecho mismo de Eurovisión, una gala empalagosa, ñoña, grotesca y horrísona. He oído de gente que ve este espectáculo bochornoso porque les hace gracia, lo cual personalmente me parece el equivalente acústico de reírse de un accidente de autobús con todos los pasajeros muertos. Como otras plagas, como la gripe o la peste negra, Eurovisión ha sufrido altibajos de popularidad: en unos parecía que iba a erradicarse definitivamente y en otros el entusiasmo se medía en maremotos. El momento de la resurrección definitiva (quizá sería mejor denominarlo electroshock) fue cuando Rosa López, metamorfoseada en Rosa de España, emergió de la factoría de berridos de Operación Triunfo dispuesta a merendarse el Eurohorror con una canción que hacía la pelota descaradamente al concurso y al continente…

http://blogs.publico.es/davidtorres/2018/05/14/israel-siempre-dando-la-nota/

Publicar un comentario