Hoy se ha muerto mi tía
Luisa. Una mujer hermosa en el sentido más amplio y profundo de la palabra.
Quiero que sepas, tía mía, que ha sido un auténtico honor para mí poder estar contigo hasta el último día. Siempre me trataste como a un hijo; y como un
hijo he gozado de tu bendita compañía. Ojalá exista el Cielo, y allí, junto a
tu querido Hilario, gocéis eternamente de todo cuanto os ha sido negado en esta
vida. Quiero felicitar en tu nombre a todo el personal de la Residencia Santa
María, por lo mucho que te han querido, y por haberte hecho mucho más llevadera
la partida. ¡Descansa en paz, tía Luisa!
1 comentario:
SIN SABERLO
Sin saberlo; sin sospecharlo siquiera, Julia, una niña preciosa y risueña de un año de edad, ha hecho inmensamente feliz a mi tía Luisa en el final de su vida. Algún día, cuando crezca, le diré, o le dirán, cómo iluminaba el rostro ajado de mi cara tía con sus gracias y sus risas. Era increíble ver cada día cómo jugaban y se reían cual si fueran dos niñas. Si algún día no coincidíamos con Julia, mi tía Luisa regresaba a la Residencia silenciosa y cariacontecida. Tal era la fascinación que sentía por esta preciosa y risueña niña. ¡Gracias, Julia!
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