Aunque no puede
determinarse una fecha exacta, las Vueltas de San Juan tienen su origen en la
tradición celta de celebrar el solsticio de verano la noche del 23 de Junio,
danzando alrededor de una hoguera, y haciendo el amor después con sus mujeres
para dejarlas preñadas, en la creencia de que así preñarían también la tierra
y ésta sería generosa con las cosechas. Desde entonces hasta ahora, las Vueltas
han cambiado mucho, aunque siguen celebrándose en el Paseo, antes llamado
Campo. Nuestros padres y abuelos, madrugaban mucho el día 24, día de San Juan,
para tomar chocolate con anís en el cascajo, e ir después a dar las Vueltas al
Quiosco del Paseo. Después de divertirse de lo lindo dándolas a la sombra de
los plátanos, se dirigían hacia la Plaza de España bailando y cantando el
folclore sanjuanero, formando grandes corros, asidos de las manos. Una vez allí,
volvían a dar las tres Vueltas de rigor, y se dirigían al Cine Doga -se
quitaban las butacas y lo convertían en un gran salón- y al Cinema Club a
seguir bailando, mientras tomaban vermú. Ocasión que aprovechaban para quedar
con las chicas que les hacían tilín, e irse con ellas después de comer a
merendar a las huertas, choperas y alamedas. Como la merienda solo era un
pretexto para intentar ligar con ellas, preparaban mucha para que les sobrara
para el día siguiente, San Juanito, y poder terminar o conseguir lo que el día
San Juan no habían terminado o conseguido. Es muy importante recalcar que en
aquella época las mujeres iban tapadas hasta el tobillo el resto del año, y que
por tanto, entre el desayuno con anís, la danza y los vestidos tan preciosos
que llevaban, dejando al descubierto sus suaves y níveas pieles, nuestros
queridos padres y abuelos se ponían malos. Tanto es así, que siempre se ha
dicho que “el que en San Juan sanjuanea, en Marzo marcea”, porque muchas de
aquellas preciosas y angelicales mujeres se quedaban preñadas, al igual que las
celtas. Cuando terminaban la merienda, recogían todo en los grandes cestos,
ellos, y en las cestitas de mimbre, ellas, lo llevaban cantando a sus casas, y
se dirigían al Gran Casino a bailar hasta terminar baldados. Años después, el chocolate
con anís fue cambiado por las típicas chuletas al sarmiento, asadas,
igualmente, en el cascajo, y las Vueltas duraban algo más porque ya no se
celebraban los bailes vermú. No obstante, “Los que no se rinden” y “Los del Té
de las 5”, tocaban y bailaban por todas las calles de Nájera hasta desgastar
las zapatillas de esparto que le habían comprado a Pedrito “el alpargatero”, y
hacer jirones la ropa. En mis tiempos la cosa degeneró aún más: Ya no se daban
las Vueltas despacito y sin parar, sino haciendo presas que impedían darlas a
los najerinos de más edad, y duraban hasta las cuatro de la tarde. Hora a la que nos
íbamos a comer, para ir después como unos imbéciles al baile. Y ahora, además
de que han introducido en los almuerzos de todo: Carne guisada, caracoles,
bacalao… las Vueltas en el Paseo las dan cuatro gatos, porque los almuerzos
duran casi hasta las dos, y las Vueltas terminan a las cinco. Cuando éstas
acaban, muchos de nosotros nos dirigimos a los bares de la zona a beber hasta
las ocho, las nueve o las diez de la noche. Por si esto fuera poco, el Gobierno
de La Rioja, primero, y las Empresas de Autobuses, después, nos mandan cientos
de jóvenes a hacer botellón a las riberas. ¡Y en esas estamos!
1 comentario:
QUE LOS DIOSES NOS PROTEJAN.
Después de haber vivido anoche un desentierro glorioso, hoy se nos presenta un día larguísimo y caluroso. Mientras escribo estas líneas, tenemos ya 22 grados y repletas las riberas. Espero y deseo de todo corazón que todos nos comportemos como somos: Acogedores, hospitalarios, alegres, responsables y generosos. El hecho de ser hoy domingo puede dar lugar a algunos equívocos. Pero aquí estamos para que lo que llegue al río no sea la sangre, sino nuestros sudorosos cuerpos. ¡Así sea! ¡Que los dioses nos protejan!
Posdata: Anoche la Plaza de España estaba sumida en la más miserable penumbra. Si nuestros Músicos no se las supieran de memoria, no hubiésemos podido dar las Vueltas.
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