La Semana Santa, que para nosotros comenzaba
un mes antes, cuando Don Emilio nos llevaba en hilera de a dos, cogiditos de la
mano, desde el colegio San Fernando hasta la Parroquia de Santa Cruz, para
recibir en nuestras inmaculadas frentes la ceniza, dejó en mí una gran impronta
por aquello de las carracas -para nosotros eran “carraclas”-, las nazarenas y
las excursiones a los montes. Recuerdo que íbamos un montón de niños recorriendo
las calles de la ciudad, metiendo ruido a punta pala con las carracas, como si
en lugar de anunciar los oficios -no se podían tocar las campanas-, quisiéramos
despertar a todo el pueblo de un eterno letargo, y nos lo pasábamos como los
indios articulando nuestras pequeñas muñecas para que las manillas o
agarraderas que la tabla llevaba invertidas a ambos lados, golpearan
ininterrumpidamente contra ella haciendo todo el ruido posible, pues, al cabo,
las carracas estaban concebidas para causar estrépito, y nosotros prestos para
dar la lata. En las procesiones toda nuestra atención se centraba en las
nazarenas -seis u ocho- que, mientras la muchedumbre cantaba aquello de “Llora la Virgen/ madre de amor/ porque
han matado a su hijo Dios”, y “Perdona a tu pueblo, Señor/ perdona a tu pueblo/
perdónalo, Señor”, caminaban detrás de los pasos rigurosamente enlutadas,
con los pies descalzos y encadenados, para redimirse de no sé qué pecados,
causando en nosotros verdadero pavor. Como quiera que esos días la radio -único
entretenimiento que teníamos- interrumpía la emisión, nuestros familiares
venidos de fuera -acudían a nuestra ciudad cantidades ingentes de visitantes, a
pesar de no existir todavía eso que llaman “progreso”- nos llevaban de
excursión a los montes “Malpica”, “El Castillo” y “La Calavera”, donde
pasábamos horas inolvidables haciendo todo aquello que para nosotros solos
hubiera sido absolutamente inalcanzable. Finalmente, nos resultaba muy curioso
también, el hecho de que los bares, lugares muy iluminados donde siempre había
gentío, ruido y diversión, permanecieran a oscuras, vacíos y silenciosos cuando
pasaba la procesión.
3 comentarios:
"Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán." Job 14:7
https://www.youtube.com/watch?v=zfIcI7MTjEw
Genial!!! hay que poner un poco de humor en la vida!
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