Ya que no van a poder emprender ninguna obra faraónica en muchísimo tiempo, yo les sugiero a nuestros conspicuos gobernantes, que comiencen inmediatamente a solucionar los problemas que no precisan de mucho dinero, y que además son graves, o muy graves. Retirar el casetón transformador, las torres y cables de alta tensión, además de la antena de telefonía móvil, de la Escuela Infantil, Doña Estefanía, por ejemplo, solo es cuestión de voluntad política. Además, cuentan con la ventaja de tener ya desarrollada (en la teoría) toda aquella zona. Por lo que, en pasándose esta terrible crisis, tendrán que retirarlas forzosamente para que la Empresa adjudicataria pueda construir las viviendas. Espero por el bien de todos, sobre todo por el de los niños, que nuestros probos gobernantes se tomen en serio esta sugerencia, y retiren inmediatamente de allí ese peligro cierto.
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6 comentarios:
Si los estudios realizados sobre la posibilidad de daños debido a la contaminación electromagnética en las personas, son reales, los chavales de la Escuela Infantíl lo tienen 'crudo'. Justo en el centro de una línea electrica y una antena de telefonía. ¡Magnífico!. Si alguna institución universitaria desea realizar un estudio sobre el caso, aquí tienen un ejemplo extraordinario. Todo es custión de sugerirselo a los rectores. Igual alguien se anima a llevarlo a cabo.
Por cierto Eusebio. ¿Donde está el personal?.
Muchos abrazos.
Ni el mismísimo Herodes lo hubiese hecho mejor, mi buen Amigo. Eso es una bomba de relojería, a la que, según las declaraciones de quienes ahí la construyeron, le ha nacido otra de trigo: El Silo. Y, en verdad, sería digna de estudio, porque ir a construirla justamente ahí, tiene muchísimo delito. En cuanto al personal, me imagino que estará por ahí adentro, escondidito. Abrazos sinceros.
Los conservacionistas que nos gobiernan, sobre este sangrante tema, no saben, no contestan.
Más les valdría tomárselo en serio. Abrazos, cantor.
Eusebio, ¿te acuerdas de lo que pasó en Biescas? Pues aquí va a pasar tres cuartas de lo mismo si no le ponen pronto remedio. Ánimo, cantor.
Queridos Amigos Daniel y Enrique. Ojalá no ocurra nunca nada. Os lo digo de todo corazón. Pero si ocurriera, ¡Dios no lo quiera!, de nada les va a servir recurrir a aquello tan socorrido de: ¡Quién lo iba a decir! ¡Quien lo iba a pensar! ¡Si lo hubiésemos sabido! ¡Si alguien nos lo hubiese dicho!, porque no solo se les ha dicho un millón de veces, sino que ha quedado escrito. Abrazos sinceros.
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