Resulta que después de
talar los álamos blancos de la piscina municipal -que estaban sanísimos- porque
tenían que aislar las tuberías de los baños de las raíces de los mismos, y de
levantar toda la acera entera y volverla a hacer nueva, nadie: ni arquitecto,
ni aparejador, ni delineante, ni jefe de la Brigada de Obras, ni encargado de
Obras, ni el apuntador, se dio cuenta de que había que dejar un tubo
para pasar cables conductores de electricidad del registro a la piscina. Y una obra
hecha hace medio año, tiene que ser levantada parcialmente ahora para
solucionar el problema. Consolémonos con aquello de que”hacer y deshacer, todo
es hacer”.