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En la fotografía, un Cantor de Madrid, con varios najerinos. |
A pesar de lo que podáis pensar, Cantores míos, al enteraros de que hace muy poco que he llegado a casa, hoy ha sido un día agridulce para mí. Agrio, porque por primera vez en mi vida, he visto el espacio del Paseo donde toda la vida han dado las Vueltas las personas mayores, absolutamente vacío, y el de los pequeños, el pegado al quiosco, repleto de najerinos de todas las edades. Porque en la Calle Mayor se ha maltratado a los Músicos, de un modo infame e inmisericorde. Porque ha habido muchos imbéciles de fuera, comportándose como auténticos gorrinos. Porque del campanario de Santa María La Real, a las cigüeñas se les ha caído un nido. Dulce, porque la magia de San Juan, afortunadamente, funciona siempre, y te abrazas y te besas con cantidad de gente que quieres o que aprecias, y que por vivir fuera o por otras razones, solo lo haces en estas ocasiones. Porque charlas, alternas y te explayas con Amigos a los que solo ves de pasada el resto del año. Porque a todos nos quema el dinero en los bolsillos. Porque, en definitiva, San Juan saca a relucir lo mejor que hay dentro de nosotros.