Pregón de Fiestas 2016

Ilustrísimo alcalde y concejales de la corporación municipal. Excelentísima señora senadora. Queridísimos vecinos y Reyes de estas fiestas. Quiero tener un recuerdo para los anteriores pregoneros y espero estar como mínimo a su altura.
Ser pregonero es sin duda, siempre, un gran honor. Llegar a serlo de las fiestas de la ciudad,  que uno siente como suya, aunque no lo sea por nacimiento,
es un doble honor que les aseguro no me pasa desapercibido y que quiero agradecerles especialmente.
Podría aplicarse, en mi caso, ese manido dicho según el cual los de Nájera (como los de Bilbao o los de Cádiz) podemos nacer en cualquier parte, pero no lo haré porque no es cierto. Si de mí hubiera dependido…, esta ciudad hubiera sido también la de mi llegada al mundo, sin por ello querer hacer de menos a mi querido pueblo soriano, que me vio nacer.
Claro que no hay felicidad sin pega, y el honor recibido por parte del Ayuntamiento, llevaba aparejada la intensa labor de enchufar el retrovisor a los 57 años que han pasado desde que en 1959, cuando yo apenas había cumplido seis, toda mi familia se instaló aquí, en Nájera.
Recordar supone remover; ordenar ideas, evocar olores, echar de menos… y en ocasiones también de más.
No es tarea blanda, se lo aseguro, y no todos los días sale uno indemne.
Pero he de reconocer que esa mirada atrás, también me ha servido de bálsamo, me ha obligado a practicar la clemencia conmigo misma, a superar algunas añoranzas y, sobre todo, me ha servido para confirmar que yo soy estas calles y estos campos.
Yo soy el resultado de una tierra acogedora habitada por hombres buenos;
soy la alegría de las vueltas; en el decorado de mi vida siempre están la tierra roja, el cereal, las cuevas, la Peña y por supuesto el río Najerilla. Sus aguas me han servido a mí, como a todos vosotros, para ahogar penas y también para bendecir nacimientos, llorar de risa y refrescar el amor.
No puedo pensar en mí, sin el olor a sarmiento, a la chopera en verano, al pimiento recién asado. Nací en Soria, pero soy de Nájera y me siento feliz por la oportunidad que me habéis dado de poder gritarlo en este mítico espacio, el del Doga,
En el inicio de las Fiestas de San Juan Mártir y Santa María la Real, rodeada de mis vecinos y amigos y familiares. Tras superar la fase del retrovisor, ya sólo me quedan los nervios por no saber si voy a ser capaz de ofreceros lo mejor de mí, que es lo que os merecéis.
Los recuerdos son caprichosos, sin embargo yo recuerdo con nitidez  mi llegada a Nájera, que como les decía hace un momento, fue cuando corría el año 1959 y yo apenas acababa de cumplir los 6 años.
Veníamos de una pequeña localidad de Soria porque mi familia iba a regentar el ‘Hotel Campana’. Si tuviera que destacar una etapa de mi vida, sin duda sería la de una infancia alegre y feliz vivida en las calles de Nájera, toda una aventura para alguien que procedía de San Andrés de Soria.
El cariño y la atención de tres maestras, Enriqueta, Isabel y Aurora, marcaron los días de escuela, que ellas convirtieron en algo divertido y enriquecedor.
Comenzaba así mi vida en Nájera, a la vez que trasteaba entre manteles y tenedores del negocio en el que mi madre cocinaba y mis hermanas servían.
 Un buen lugar para aprender y utilizar esas palabras, hasta entonces para mí desconocidas, como salchucho, afeque, canucirse, acorrecaina o chiguita, que nos sirven entre nosotros para saber que somos todos hijos, del mismo espacio, de este rincón del planeta bendecido con no pocos dones.
La adolescencia transcurrió entre comidas, meriendas y tardes de baños y besos furtivos. Los escenarios de aquella época: las choperas del Pozo de la Pirámide, el Castillo, la Cruz de La Malpica y la Salera.
No es posible hablar de Nájera, de hormonas revueltas y de fiesta sin evocar, las de San Juan y nuestras maravillosas ‘vueltas de Nájera’, que aprendimos a disfrutar “pausadamente” gracias a las indicaciones de los queridísimos Domingo Domingo, Benito Martínez, Sotero Nájera y Benedicto Hervías. Ese estilo de dar las vueltas se ha ido perdiendo y eso lo echo de menos.
Qué bueno, si fuéramos capaces de encontrar la manera de recuperarlo.
Otro hito: Las Crónicas Najerenses. Fueron el eje durante muchos años de mi tiempo libre. He sido de todo, desde figurante hasta acomodadora. Y ahora soy pregonera en el Doga. Ahí es nada.
No pude nacer en Nájera y encima el que al final se me llevó al huerto era de Matute…Pero eso sí,  la boda fue aquí, en la ciudad de la novia, en mi querida Parroquia de la Santa Cruz.
He crecido aquí como mujer y como persona. He visto transformarse la ciudad, la expansión de la madera y sus negocios. Hemos vivido momentos dulces como capital del mueble y otros más duros… Como en casa, lo mismo: hemos criado hijos que nos han dado los mejores momentos de nuestra vida, y también lo peores. Para eso son hijos, para tenernos siempre preocupados, como lo hicimos nosotros.
En los últimos veinte años he tenido la oportunidad de comprobar otro de los atributos de esta tierra: la inmensa generosidad de sus gentes. Gracias a vosotros, a vuestra ayuda, a las aportaciones y a que sois muy solidarios los najerinos, hemos podido llenar un vació que tenía La Rioja y que tenía sin ayuda, sin información y sin consuelo, a quienes padecen trastornos de la conducta alimentaria. No ha sido fácil el camino, veinte años de intenso trabajo, de caer y levantarse, de aprender fuera para ayudar a los nuestros, reuniones, viajes, búsqueda de sedes, zozobras, también alegrías por cada recuperación…Años de pedir y pedir, de pedir para dar…, sí,  pero de pedir.
Ha llegado el momento de poder agradeceros vuestra infinita generosidad, a todos los que me habéis acompañado en este viaje.
Deciros que cada donativo, cada entrada a espectáculos, adquisición de calendarios, obsequio de productos, compra en el Rastrillo solidario…. han sido decisivos para que muchos jóvenes riojanos y sus familias hayan podido  afrontar este complicado problema. Gracias de corazón, vecinos de Nájera, por haber sabido siempre dar, cuando es posible que a veces no hayamos sabido pedir.
No quiero desaprovechar este micrófono y la ocasión de teneros aquí a todos para despedirme compartiendo con vosotros algún deseo:
Que la solidaridad de nuestro pueblo no cese y siga protegiendo de manera especial a esas familias afectadas por la crisis que están pasando por momentos económicos delicados y que con grandes malabarismos y el apoyo de sus familias y vecinos, tratan de salir adelante.
También me gustaría que entre todos apoyásemos a nuestro comercio local, regentado por nuestros vecinos. Es vital para ellos y para nosotros, para que la ciudad mantenga su vida y su energía.
Y como no, el deseo de que todos aquellos que habéis colaborado con ACAB Rioja sigáis haciéndolo. Mi verdadero anhelo en este caso sería poder disolver el colectivo por innecesario, pero como desgraciadamente no es así  y hay que seguir luchando, os doy las gracias de corazón por vuestro aliento y os aviso de que os seguiré pidiendo…
Nos ha tocado a todos protagonizar un momento de la historia de esta tierra, lleno de luces y también de sombras y a veces me pregunto si habremos estado a la altura de su pasado. Y aunque sinceramente creo que sí, también pienso que nos queda mucho por hacer, que día que va no vuelve y que hoy es el pasado de mañana. Sigamos trabajando amigos, somos muy capaces de dar todavía más. Eso sí, antes de nada honremos a nuestros santos y vivamos unas felices y sabrosas fiestas.

¡¡VIVA LAS FIESTAS DE SAN JUAN MÁRTIR Y SANTA MARÍA LA REAL!!

¡¡VIVA NÁJERA!!

MUCHAS GRACIAS POR VENIR

2 comentarios:

Josemari Hernáez dijo...

Cercano, natural y con buena prosa. Enhorabuena.

Belinda dijo...

Muchas gracias,Josemari Hermaez, te agradezco tus palabras,fue un pregon que salio del corazon y eso se nota.
Gloria Martínez

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